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Silvana y su pancita

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Esta historia comenzó cuando Silvana, mi vecina, quedó embarazada.

Ella era de estatura algo baja, delgada, de pelo castaño muy abundante cortado algo más debajo de los hombros. No era fea pero tampoco algo que deslumbrara y éramos buenos amigos, pero cuando quedó embarazada y su pancita comenzó a crecer, Silvana cambió por completo, no sé si por efecto de las hormonas o qué, pero se puso más linda que nunca, no sé, no puedo explicarlo, era ella misma pero a su vez estaba distinta, hermosa y radiante como un sol.

A medida que las semanas transcurrían y su panza crecía, Silvana se ponía cada vez más linda, se ponía esos vestiditos o unos enteritos para embarazadas que le quedaban divinos, estaba para comérsela.

Yo tenía un conflicto mental tremendo, Silvana cada día me gustaba más, cada vez que la veía el corazón me palpitaba a mil por minuto y todo mi cuerpo se estremecía de deseo hacia ella, pero entonces, si bien yo ya estaba separado y en trámites de divorcio, pensaba: “No, no puede ser que me pase esto, es una señora casada, es mi amiga y va a tener un bebé, tengo que reprimir estos sentimientos, no puedo ser tan hijo de p…”

Así, el tiempo fue transcurriendo y yo luchaba para reprimir mis sentimientos, pero un día cuando Silvana estaba de unos 5 ó 6 meses de embarazo, me llama a casa (vivíamos en el mismo piso de edificio) y me dice si no podía ir a su casa que no se sentía bien. Toco timbre en su apartamento y me abre la puerta, con claros signos en su cara de que había estado llorando.

“Pero Silvita, que te pasa, te sentís mal? querés que llame a G. (su esposo) o al médico? – le pregunto.

“No – me dice – No llames a nadie, solo quiero estar contigo, quiero me acompañes, G. se fue a Buenos Aires y no viene hasta mañana”

“Si - le digo – esta bien, acá estoy, ¿querés hablar de algo en especial” ¿hay algo que molestó? – de decía mientras nos sentábamos en le sofá.

Verla así me cruzó por la mente miles de pensamientos, estaba hermosísima, con una calza bordeaux y un vestido por encima de la rodillas estampado también en tonos de bordeaux y con esa carita triste que tenía me daba ganas de abrazarla y comérmela a besos y caricias, pero me contenía, como debería ser.

Pero entonces, ella me mira a los ojos y me dice: “Quiero que me abraces”

“¿Como?” – le pregunto sorprendido.

“Estoy triste y quiero que me abraces, necesito cariño” – me dijo.

Entonces yo me acerque a ella y le pasé el brazo por sus hombros, ella recostó su cabeza sobre mi pecho y le acariciaba su cabeza y su pelo muy cariñosamente, pero mis hormonas se ponían a full, estaba que me moría quería comérmela a besos.

Después de un momento así, sin decirnos nada, Silvana levanta su cabeza y me pregunta:

“¿Estoy muy fea con la panza?”

“¿Estás loca?” – le contesto – “estás más linda que nunca”.

“¿En serio?” – pregunta.

“¡Claro! no te voy a decir una cosa por otra, estas hermosísima desde tenés pancita” – le digo.

“No sé – me dice – G. no piensa igual, ¿sabes que hace como tres meses que no me toca? Creo que tiene otra ¿Tan fea estoy?

“No pienses eso - le digo – para mi estás mas linda que nunca” y entonces me animé a decirle todo lo que sentía por ella: “No sé lo que es, pero desde estás embarazada te pusiste más linda que nunca, no sé si serán las hormonas o que, pero la verdad es que desde tenés pancita he sentido cosas muy fuertes por vos”

Ella se me quedó mirando y entonces en una fracción de segundo pensé: “A la m…, que embarrada que me mandé, ahora me va a sacar picando de su casa, arruiné todo por estúpido, por no saber callarme”

Pero la cosa no fue así, para mi sorpresa, Silvana se sonrió con la sonrisa más linda que le había visto, se le borró la tristeza de su cara y me pregunta agarrándome la mano:

“¿En serio?, ¿ Que cosas sentís por mí?.

Yo medio balbuceando le contesto: “No sé, cosas que se me pasan por la mente, me gustas, me siento atraído por vos, se que está mal pero no lo puedo evitar, ¿que querés que haga?.

Entonces ella sin decir nada, acercó sus labios a los míos y nos besamos de la forma como nunca había besado a ninguna mujer, mientras le acariciaba todo su cuerpo hasta su cola y su entrepierna, estaba calientita y húmeda. Ya no hablamos más, sólo fueron suspiros y gemidos mientras le dábamos rienda suelta al amor y a nuestros deseos.

“Vamos a la cama” – me dice – “quiero ser toda tuya, quiero que me hagas el amor” me dice.

En menos de que se dice “hola” estábamos en la cama, me desnudé en un segundo y ella ya se había sacado el vestido y la calza, quedando solo en soutien y bombacha, un conjunto blanco, de algodón y Lycra, su bombacha era grande pero sólo a cubrir una parte de su hermosa cola, nos tendimos en la cama ella boca arriba, y entonces la besé en su labios para ir bajando hasta sus tetas, le saqué soutien y chupé sus tetas turgentes, bajé por su pancita redonda hasta llegar a su entrepierna, chupé su monte de Venus con abundantes vellos púbicos y bajé hasta su concha. Sus labios vaginales estaban turgentes y húmedos luego se colocó arriba mío y la penetré por la concha hasta fondo hasta descargarle toda mi leche en su vagina.

Me tiré en la cama con los ojos cerrados, descansando y ella se levantó y fue al baño, al ratito vuelve y se acuesta al lado mío con su brazo encima de mi pecho y su cabeza recostada a mí, y nos quedamos así un rato sin hablar.

Entonces, yo le digo: “Mi amor, ¿no te parece que tenemos que hablar de esto que pasó?

“No ahora no quiero hablar” – me dice – “Quiero quedarme un rato así contigo, me siento bien, feliz y completa, no quiero arruinar el momento”

“¿No te parece que me tendría que ir? puede venir alguien” – le digo – “no sé, tu mamá o alguien”

“No, no quiero que te vayas, quiero que te quedes conmigo, me hacés sentir bien, además Mamá no viene hasta las 7 y pico” – me dice. “¿Ya no querés estar conmigo?”

“Si, ¡cómo no voy a querer estar contigo!, ojalá pudiera estar contigo las 24 horas del día. Te amo con locura, Silvita, estoy enamorado de vos hasta la médula” – le digo.

Nos empezamos a besar nuevamente y bajo su cabeza hasta mi miembro y empezó a chuparlo y ha lamerlo con una dulzura increíble. Después de un rato me levanto y le pido que se ponga en 4 patas en posición de perrito o en “21” como se le dice, le besé y mordisqueé sus nalgas, le lamí su concha y su ano, introduciéndole la lengua en ambos agujeros todo lo que pude, su sabor era exquisito. Le penetré la concha muy suavemente hasta fondo, la cogía con todo mi amor y lujuria, disfrutando del momento como nunca mientras ella también disfrutaba como loca también. Mientras la cogía por la concha de humedecía el ano con saliva y le introduje primero un dedo y luego dos, luego le saqué la pija de concha y muy suavemente de penetré el ano. Ella disfrutaba como nunca, cuando mi verga la penetró, sólo se quejó un poquito y me dijo casi como un susurro: “Despacito por mi cola, mi amor, que sino me duele”

“Si mi amor, decime si te duele que la saco” - le digo cariñosamente.

“No, no me la saques, pero hacemelo despacito con cariño” - me dice.

La cogí por el ano un rato muy suavemente, con suaves movimientos para no lastimarla, ya que me había entregado su cola no quería arruinarlo siendo muy bruto, entonces lentamente fui aumentando mis arremetidas mientras veía que ella disfrutaba cada vez más y cuando vi que Silvana estalló en un orgasmo brutal yo estallé con todo mi semen en su recto, pero mientras yo me relajaba aún sin sacar mi verga de su ano, ella tuvo por lo menos otros dos orgasmos más, fue algo espectacular, ambos disfrutamos como nunca.

Después de ese segundo y hermoso polvazo anal, me fui al baño a lavarme y cuando vuelvo ella ya se había puesto su bombacha y su soutien y se estaba vistiendo, vengo de atrás y la abrazo y le beso su nuca y ella da vuelta su cabeza y me besa los labios y me dice:

“No, no, basta por hoy” - me dice corriéndose para un costado – “creo que ahora si tenés que irte, puede venir mi madre en cualquier momento, mañana nos vemos de nuevo”

“¿Estás segura? – le digo – pero te amo, no quiero dejarte más, quiero estar contigo todos los días”.

“Si, yo también te amo, pero estoy confundida, quiero estar sola para pensar en lo que nos pasó” – me dice.

“Bueno -le digo – fuiste vos la me llamaste, porque estabas sola y mal” – le contesto.

“Si, ya sé” – me dice – “pero no pensé que nos iba a pasar todo esto, ahora andáte que me ponés nerviosa, mañana hablamos”.

Y al otro día hablamos sobre lo que nos pasaba y nos dimos cuenta que los dos nos amamos y que éramos el uno para el otro, y desde entonces estamos juntos.

Silvana se divorció de su esposo y ahora estamos casados y tenemos dos hijas nuestras, que sumados a su hijo e hija su matrimonio anterior, formamos una enorme familia que se agranda aún más cuando vienen mis dos hijas de mi matrimonio anterior y somos extremadamente felices.

mariom1959@hotmail.com

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Todo asombroso