Video Relato

anuncio

Hermanos Confidentes (1)

.

Hermanos confidentes
Esta historia que les cuento es completamente real y tiene su origen hace poco más de año y medio y continúa hasta le fecha. Comienzo entonces con todos los antecedentes previos para que quienes lean esto nos ubiquen y se exciten al igual que to al recordar todo lo sucedido entre mi hermana Mariana y yo, Memo.
Actualmente Mariana tiene 39 años y yo 42. Ambos somos divorciados, ella se separó de su esposo cuando tenía 32 y tiene dos hijas, quienes por cierto no tienen nada que ver con esta historia. Yo me separé hace 3 años y también tengo dos hijos que viven con su madre y a quienes veo regularmente.
Mariana y yo vivimos en la casa que era de nuestros padres. Al separarse ella y sus hijas decidieron vivir acá con nuestra madre quien era viuda. Al separarme decidí hacer lo mismo ya que mi madre estaba enferma y pensé en hacerlo de manera provisional. Sin embargo mi madre murió a los seis meses de mi llegada y por ello y por las circunstancias de las cuales les platicaré continúo viviendo en esta casa.
Somos de la ciudad de México, de una zona residencial ubicada al sur de la ciudad, de las llamadas de clase media alta. La casa es grande, de un solo piso, de cinco habitaciones, estudio, sala de televisión y un jardín de buen tamaño, además claro de comedor, sala, etc. Con nosotros viven otras dos personas, una señora que se encarga de la comida diaria y su hija, además de otra señora que acude 3 veces por semana a apoyar en cuestiones de limpieza y lavado de ropa.
Realizamos nuestra educación en colegios y universidades privadas, inclusive los dos somos universitarios titulados, ella en diseño gráfico y yo en ciencias de la comunicación. Hasta antes de todo lo sucedido las pláticas sobre temas sexuales era inexistentes y la vida sexual de cada uno era desconocida para el otro. La vida cotidiana durante esos meses era de lo más normal, inclusive en lo que se refiere a indumentaria. Nada de andar por la casa en ropa interior o con ropa sugerente.
Mariana es una mujer muy atractiva, delgada, de piel blanca, 1.70 metros de estatura, cabello lacio castaño claro hasta los hombros con lo que llaman rayos o luces rubias, ojos café claros, piernas delgadas y largas, sus nalgas son redondas de un tamaño normal y sus senos son de tamaño medio algo puntiagudos y separados y eso si, con unos pezones prominentes que muy de vez en cuando podía ver erectos por las mañanas antes de que se vistiera para su rutina diaria. Mariana siempre viste de manera elegante y a la moda ya sea casual o formal con vestido, pantalón, vaqueros o lo que le gustara. Cuidaba muy bien su cuerpo y siempre me llamaron su atención sus manos finas con dedos largos y uñas largas muy bien pintadas. Vaya, a su edad era toda una señora de sociedad.
En cuanto a su carácter es una mujer muy alegre, bromista, siempre tiene alguna ocurrencia graciosa en la mente o alguna picardía incluyendo alguna que otra palabra fuerte pronunciada en el momento adecuado. Su nivel de morbosidad será algo de lo que ustedes se darán cuenta a lo largo del relato.
Por mi parte yo mido 1.80 de estatura, cabello castaño claro, piel blanca complexión normal, ni robusto ni flaco, hago mi ejercicio todos los días y cuido mi peso ya que es más fácil eso que cambiar tallas de ropa. Mis manos también tienen dedos largos y en cuanto a otros atributos físicos puedo decir que mi pene es de tamaño normal, 17 cms., no muy grueso. Lo digo ya que esta historia es real y no se trata de presumir atributos inexistentes ni tampoco de decir que mi hermana, aunque guapa, tampoco es una modelo. Más bien somos dos personas normales que gustamos de la buena vida, trabajadores y muy dedicados a la familia.
La vida social de Mariana, al menos la que yo conocía, se reducía a desayunos y comidas familiares y con sus amigas, así como las típicas reuniones de madres de la escuela de sus hijas. Fuera de eso, ocasionalmente salía por las noches con algún amigo. No le conocía pareja estable ni formal y sus salidas no eran frecuentes. Es más, no conocía en persona a los amigos con quienes escasamente salía. Sencillamente, cuando salía, tan solo me avisaba y me pedía que si yo no tenía compromiso que le cuidara a las niñas.
Eso lo hacía con gusto ya que nuestra relación era muy cordial y amable, platicábamos de muchos temas, excepto de sexo, eso sería posteriormente y en abundancia. Casi diario desayunábamos juntos, yo comía fuera durante la semana y las cenas eran muy casuales, siempre algo ligera que cada quien se preparaba por su cuenta.
Casi todos fines de semana teníamos visitas en casa, ya sea de nuestros otros hermanos (somos cuatro en total, dos hombres y dos mujeres) o de algunos miembros de nuestra muy amplia familia. Cuando había compromisos personales cada quien los atendía de la manera que mejor nos convenía siempre avisando donde andaba cada uno de nosotros.
Durante las noches de algunos sábados y domingos Mariana y yo veíamos alguna película rentada o comprada, alguna serie de televisión o, cada quien se iba a su habitación a navegar o chatear en nuestra respectiva computadora.
Por mi parte, mi vida social era de altibajos constantes desde mi separación y divorcio. Me convertí en aficionado a las salas de chat en donde conocí en persona a quince mujeres, con cinco de ellas tuve relaciones sexuales, más veces con alguna, pocas veces con otra. Todo ello sin ninguna formalidad hasta que conocí a Mónica hace más o menos un año. Lo importante de esto es que pude darme cuenta de que hay en abundancia mujeres igual de morbosas y calientes que yo que se pueden contactar a través del internet para tener tanto sexo en vivo como sexo telefónico y virtual. Lo que jamás me imaginé es que una de estas mujeres cachondas, morbosas y curiosas era mi hermana.
Sin saberlo y nunca lo sabrá, fue Mónica la "causante" de que un torrente sexual se desencadenara entre Mariana y yo.
Mónica y yo mantuvimos una relación llena de sexo y aventuras que duró casi tres meses. Con ella hice mi segundo trío con otra mujer entre otras cosas divertidas hasta que se le ocurrió la idea de casarse conmigo. Salí corriendo ya que un nuevo compromiso de ese tipo no está dentro de mis planes. Hay cosas que bastan con hacerse una sola vez.
Pero bueno, el caso es que Mónica ha sido la única persona conocida a través del internet que he invitado a mi casa. Se la presenté a Mariana un domingo e hicieron buena amistad por el carácter ligero de ambas. Dos domingos después Mónica y yo venimos a la casa después de una tarde de cine y nos dedicamos el resto del día a ver la televisión y a platicar con Mariana y mi otra hermana y su esposo quienes estaban de visita.
Al día siguiente no se trabajaba debido a una fiesta nacional por lo que Mónica se quedó hasta tarde. Cuando las visitas se marcharon y Mariana se retiró a dormir, Mónica y yo comenzamos a acariciarnos y a fajarnos en la sala de la casa. La calentura aumentaba y los deseos iban al parejo. Cuando Mónica comenzó a bajar el cierre de mi pantalón para sacarme la verga la detuve ya que de verdad tenía miedo de que alguien nos viera, sobre todo mi hermana.
Seguro ya se durmió, no seas miedoso, a poco no te calienta la idea de hacerlo aquí, me dijo Mónica.
Claro que me calienta, pero no chingues, si nos ve me meto en una bronca segura.
No seas puto, ¿que no tienes ganas de coger? Checa a ver si ya se durmió.
Era ya tanta mi calentura que me levanté tratando de acomodarme el pene bajo el pantalón para que no se hiciera tan evidente mi erección.
En efecto, no salía ningún rayo de luz bajo la puerta de su habitación y tampoco se escuchaba ningún ruido. Mis sobrinas estaban profundas en sus sueños desde hacía ya varias horas.
Regresé todavía más caliente ya que la idea de hacerlo por primera vez en mi propia casa, con una mujer que no fuera mi ex esposa, me excitaba demasiado junto con el morbo de que no éramos los únicos en casa.
Comenzamos a manosearnos con más ganas y metiéndonos mano por todas partes. Mónica me la chupó estando aún semivestidos y yo hice lo mismo subiendo su falda hasta la cintura. La ropa nos estorbaba así que poco a poco quedamos totalmente desnudos añadiendo más morbo a la situación. Primero ella se sentó sobre mi y luego nos paramos, ella se inclinó colocando sus manos sobre el respaldo del sillón dándome las nalgas para penetrarla desde atrás. Después de dos orgasmos de ella y uno mío, nos vestimos y fui a dejarla a su casa.
Al regresar revisé que todo estuviera en orden principalmente en la sala. No quería que hubiera alguna evidencia de lo que habíamos hecho y mucho menos alguna mancha de fluido corporal. Al darme cuenta de que no había nada de que preocuparse me fui a dormir satisfecho y con la conciencia caliente pero tranquila.
Pasé una semana de gran tranquilidad recordando lo que hice con Mónica y con ganas de repetir la experiencia a la primera oportunidad.
El sábado siguiente llegué a desayunar y cuando mis sobrinas se habían parado de la mesa y no quedaba nadie a nuestro alrededor Mariana me pidió un favor.
¿Vas a salir hoy en la noche?
No, hoy me pienso quedar en la casa, ¿porqué?
¿Me puedes cuidar a las niñas porque voy a salir?
Claro, no hay problema, le contesté ya que no sería la primera vez que lo hago.
Sólo te pido un favor, si vas a coger con Mónica enciérrate en tu cuarto, no donde cualquiera te pueda ver.
Me quedé helado, impactado y sentí cómo mi cara se ponía más roja que nunca. Yo que pensé que nadie se habia dado cuenta, ahora mi hermana me lo reprochaba, no con enojo para mi poco alivio, pero si con calma y como dándome un consejo de amigos. Me quedé callado, no supe qué contestar. A mis más de cuarenta años me sentí como si me hubieran sorprendido en una travesura de un niño de diez.
Mariana sonrió y me dijo:
Pareces niño chiquito, ya te dije sólo enciérrate en tu cuarto y que no se te vuelva costumbre de estar metiendo mujeres a la casa, mejor vete a un hotel. ¿Cuándo has visto que yo meta a hombres a la casa? No lo hago ni aunque esté hirviendo de calentura.
Ok, ok te pido sinceramente una disculpa, jamás pensé que esto fuera a ocurrir. Tienes razón debí pensar más en ti y en las niñas.
Le contesté tratando de arreglar algo que ya no tenía compostura. Me agarraron literalmente con los calzones en los tobillos y estaba verdaderamente apenado.
-Bueno ni modo, no se hable más del asunto, sólo que no se repita. Dijo Mariana levantándose de la mesa y dando por terminada la plática. Sólo añadió un comentario que me llenó calentó la cabeza y que me llenó de incertidumbre toda la tarde:
- Eso si, lo admito, que rico cogen.
Al oir esto pasé un poco a la ofensiva siguiendo la táctica que aplico siempre a mis discusiones de trabajo, utilizar las mismas armas de la otra persona para responder:
Por supuesto, ¿a poco tú no?
Siempre, respondió con una sonrisa muy pícara.
El resto del día lo pasé en una incertidumbre total con mil preguntas que se agolpaban en mi cabeza. Jamás había pensado en la vida sexual de mi hermana, pensaba que tendría algún tipo de vida sexual pero nunca era algo que me interesara mucho ya que siempre habíamos sido sumamente discretos sobre eso, y no sólo Mariana y yo, sino todo el resto de la familia. El sexo era algo muy privado que jamás se discutía entre nosotros.
Pero la idea de que Mariana me haya visto cogiendo con Mónica y que no hubiera hecho una tragedia me excitaba. Quería saber qué tanto había visto, que había hecho mientras nos veía, qué tanto tiempo se quedó observándonos y desde dónde lo hizo, Sobre todo qué habrá pensado de haberme visto no sólo totalmente desnudo, sino erecto, chupando la vagina de Mónica, a ella chupándome el pene y en fin todo lo que se puede ver en una sesión de sexo muy intenso. Algo tengo que confesar, todo esto junto con los comentarios de Mariana me excitaron más de lo que pudieron apenarme.
Ahora bien, ¿cómo le podría hacer para retomar todo esto y saber todo lo posible acerca de su vida sexual? ¿Cómo podría iniciar una conversación con ella sobre algo que jamás habíamos platicado? Lo que fue evidente a partir de esos momentos es que mi idea sobre mi hermana cambió radicalmente. No en el sentido de pensar en ella como una mujer fácil y mucho menos en tener algún tipo de relación incestuosa, sino en una gran curiosidad y un gran morbo por saber todo acerca de su vida sexual y su manera de ver el sexo. Ahora que recuerdo todo al escribirlo, reconozco también que comencé a enloquecer de curiosidad.
Mariana no me dijo a qué hora iba a salir y tampoco me dijo con quién pero como a eso de las seis de la tarde ya me urgía que se fuera. Tenía ganas de entrar en su cuarto y hacer algo que nunca había hecho, revisar sus cajones. Quería encontrar algo que me hablara sobre su intimidad.
Cerca de las siete tocó la puerta de mi cuarto para avisar que ya se iba. Lucía muy guapa comos siempre que tenía alguna actividad social. Vestía una traje negro de dos piezas con pantalón suelto y una blusa blanca, zapatos de tacón medio. Su cabello le caía a los hombros y su cara refinadamente pintada la hacía lucir su belleza clásica.
Ya me voy, regreso temprano, te portas bien, me dijo.
Por supuesto y tu también.
Me sentí muy atrevido por la excitación y por el deseo de retomar la plática sexual y le pregunté con mucho morbo:
¿Vas a coger?
Chance, me contestó sonriendo al mismo tiempo que cerraba la puerta para marcharse.
No sé cómo me atreví pero valió la pena ya que me percaté de que la pregunta en lugar de molestarle le causó gracia.
Como a las diez de la noche ya que la señora que nos atiende durmió a mis sobrinas salí de mi habitación y con mucho sigilo fui a la de Mariana revisando antes que las niñas estuvieran profundamente dormidas.
Me dirigí a su closet y comencé a buscar los cajones en donde tendría su ropa íntima. Lo primero que llamó mi atención fue lo ordenada que tenía toda su ropa. En un cajón había sólo ropa blanca, pantaletas, bóxers, tangas y bras blancos. En otro cajón la ropa era negra y de colores oscuros como azul marino y vino. Había unos juegos de bra y tanga muy excitantes y de una gran clase. En el siguiente cajón ropa íntima de otros colores como rosa, verde y pasteles. Había prendas sumamente cachondas como unos hilos dentales de encaje, algunos transparentes, otros minúsculos de la parte del frente, así como boxers tan pequeños que no se cómo le podrían tapar las nalgas y el pubis.
Comencé a tener una erección al ver todas esas prendas y al revisarlas casi una por una.
Seguí buscando evidencias de algún tipo de perversión y no encontré nada, ninguna película porno, ningún juguete sexual, ninguna novela cachonda. Ya no me atreví a revisar su computadora por temor de que eso delatara mi invasión a la intimidad de mi hermana.
Mariana volvió a casa pasadas las doce de la noche. Tocó a mi puerta y después que le dije que podía entrar pasó para avisarme que ya había llegado.
Que bueno que ya llegaste, es temprano. ¿Cómo te fue?
Muy bien todo tranquilo, ¿y tú?
También, sin novedad, las niñas cenaron y se durmieron como a las nueve.
Parecía que no iba a pasar a mayores cuando Mariana tomó la iniciativa y lanzó una pregunta que comenzó a indicar su nivel de morbosidad.
¿No hiciste ninguna travesura?
Jajaja, no para nada, prometí que hoy me iba a portar bien, ¿y tú?
Más te vale, después del espectáculo que diste el otro día. Y no, yo tranquila no tuve actividad cachonda.
Qué lástima por ti. Pero no inventes a poco dimos tanto espectáculo. ¿Cómo te diste cuenta?
Pues ya ves, me contesté. Salí de mi cuarto después de que te oí acercarte al mío y fui a ver qué pasaba, algo como eso me imaginé.
¿En serio, y lo viste todo?
Claro pues enseñaron todo, hicieron de todo para de cochinos.
Mariana se sentó en el borde de mi cama mientras yo seguía sentado en una silla frente a mi PC. Al ver que la plática se volvía agradable y cachonda moví la silla para ver de frente a Mariana. La cosa se ponía buena ya que se veía a legüas que a mi hermana también le gustaba el asunto.
Cochinos pero que rico ¿a poco no? No me digas que te molestó vernos, ¿hasta que momento te quedaste?
Hasta que te veniste, pensé que me podían ver y no quería que me cacharan de mirona.
Entonces te gustó el espectáculo.
Pues si menso, la verdad estuvo muy cachondo nunca había visto algo así frente a mis ojos y menos que fueras tú. Yo creo que eso fue lo que más me excitó.
No lo podía creer, mi hermana admitiendo que se había excitado viéndome coger con Mónica. Me moría de ganas de hacer la pregunta y se la aventé, era ahora o nunca.
¿Te masturbaste?
Si que tiene, ¿a poco tú no te masturbas?
Si claro a veces, es algo normal, le dije suavizando la plática y tratando de hacer que todo fuera de lo más normal ya que quería que esta conversación no terminara nunca.
¿De dónde la conociste? Me preguntó Mariana.
¿Si te digo no se lo dices a nadie?
Te lo juro, ¿pero porqué tanto secreto?
Porque la conocí por internet y es algo que o quisiera que nadie se entere.
Esto lo reafirmé ya que no era costumbre familiar o de amigos cercanos el estar buscando parejas por ese medio al que se le considera entre nosotros como algo inseguro y de poca categoría.
Le comenté que no era la primera mujer que conocía por ese medio y que si la lleve a la casa es porque ella también ya me había invitado a la suya y me había presentado a su familia.
Ah bueno menos mal, comentó Mónica. Yo también te confieso que he salido con algunos hombres que he conocido por el chat o por una página de esas en las que buscas pareja.
¿De verdad? Le pregunté atónito ante tal confesión. Jamás pensé que mi hermana haría eso.
Si pero por favor nunca lo vayas a platicar a nadie.
Por supuesto q no y tu tampoco, pero ¿has conocido a muchos?
Como a diez pero sólo he tenido sexo con tres ¿y tu?
A quince pero sólo me he acostado con cinco. Ya sabes ni todas las personas te gustan ni a todas las personas les gustas.
Eso es muy cierto yo por eso para salir con alguien tienen que pasar muchas cosas y ni así, hay hombres que al conocerlo no me gustan. Pero esta Mónica si que es caliente.
En ese momento comencé a añadir más palabras fuertes a la plática, quería saber hasta dónde podía llegar Mariana.
Mucho, es putísima, me encanta coger ya hicimos hasta un trío con una de sus amigas.
No inventes, no te creo, esa es sólo fantasía de todos los hombres. Cogerse a dos mujeres.
Te lo juro hasta tengo fotos. Fue hace dos semanas.
¿De verdad tienes fotos? A ver déjame verlas.
Ni madres, esas son privadas, no seas morbosa.
Ándale no seas mamón, qué tiene de malo si ya te vi todo de todo y hasta te admití que me calentaste.
Estaba a punto de ceder, me excitaba enseñarle mi colección de fotos a Mariana sobre todo que me calentaba la idea de que se masturbara nuevamente y me platicara todo. Pero antes le tiré otro anzuelo y, para mi sorpresa, picó.
Ok te las presto y tú me dejas ver las tuyas.
Ah q cabrón.
Pues si, creo q es justo, como dices ya me viste todo de todo y quieres seguir viendo.
Me da pena, hay unas muy atrevidas.
Se me paró la verga de inmediato ante ese comentario. Ahora si ardía por todas partes ante la admisión de Mariana de que ella también tenía fotos cachondas y atrevidas.
¿Qué tan atrevidas? Porque yo también tengo unas muy sucias.
También yo ¿no crees que me da pena?
Ok te propongo algo. Yo las tengo copiadas en un CD, te presto el mío y tú copias las tuyas en otro y los intercambiamos y cada quien las ve en su cuarto.
Lo pensó un poco, la verdad no demasiado, cada vez me daba más cuenta lo que podía ser mi hermana. Sólo deseaba que fuera igual de puta y caliente que las otras mujeres con las que había chateado y me había masturbado cien veces por teléfono.
Está bien pero con una condición.
¿Cuál? Le pregunté.
No se vale copiarlas, ni ponerlas en internet ni cosas de ese tipo y mucho menos que alguien se entere de esto.
Te lo juro, además estamos en las mismas, a ninguno de los dos nos conviene que alguien lo sepa.
Sin decir más, Mariana se levantó de la cama y salió de mi cuarto. Al salir me fijé en sus nalgas no muy grandes pero si redonditas y pensé en que dentro de un momento las iba a ver desnudas. No me imaginaba cómo serían sus fotos ni que tan cachondas serían, lo que si deseaba es que fueran lo más sucias posibles. Conociendo a mi hermana no me hacía muchas ilusiones pero si me surgían las fantasías.
Saqué el CD que tenia muy bien guardado y mientras la esperaba pensé en la cantidad de fotos sucias que tenía. Había varias que me tomé a solas con el autodisparador de la cámara, muchas otras con cuatro mujeres que aceptaron el que nos tomáramos fotos. Había masturbaciones mías, eyaculaciones en senos, vaginas, muchas de sexo oral, penetraciones, juegos con vibradores. Eran más de 400 fotos de todo tipo y claro todas las que hice con Mónica que eran la mayor cantidad incluyendo las del trío.
Pero ¿cómo serían las de Mariana? ¿Tan sucias como las mías? Ojalá que si pero no me hacía muchas ilusiones, a esas alturas me conformaba con verla desnuda o con la lencería que había visto en su cuarto.
Regresó Mariana con el disco apretado en el pecho y una cara entre de indecisión y de curiosidad. Le extendí mi disco y ella me dio el suyo. De inmediato salió de mi cuarto y cerró la puerta.
Lo primero que hice fue poner su disco en la bandeja inferior de la PC, puse uno virgen en la superior y lo copié. Me valió madres, quién sabe qué me iba a encontrar y si era algo bueno más valía tener un gran recuerdo.
Una vez que terminó la copia abrí el disco de Mariana y vi varias carpetas perfectamente nombradas con fechas y nombres. Tenía que admitirlo mi hermana es una fanática del orden. Las mías no estaban tan ordenadas.
Claro que es una contradicción, pero lo que vi me dejó helado y al mismo tiempo más caliente que nunca. Comencé a abrir las carpetas según el orden de Mariana. Las dos primeras bajo el título de "personales" tenían fotos que sin duda se tomó ella sola y en la que aparecía semidesnuda, en lencería muy excitante y algunas en las que por fin pude ver su cuerpo totalmente desnudo en poses si bien eróticas no tan obscenas. Tuve una erección inmediata al ver el cuerpo desnudo de mi hermana, me encantaron sus senos puntiagudos con pezones enormes que parecían gomas de lápiz con areolas no muy grandes y un vello púbico negro bien recortado en forma de triángulo pequeño, yo creo que lo suficiente para que las minitangas que veía en las fotos lo pudieran cubrir.
Abrí el siguiente fólder con el título de Joaquín y aquí comenzó la fiesta. No eran muchas fotos pero si muy cachondas. Ella salía en varias poses que me imagino le pidió el sujeto como una que me sobrecalentó en la que tocaba su vagina masturbándose, otras en la que se veía a ella chupando la verga del tal Joaquín tomada desde arriba y otras de ella siendo penetrada desde atrás en donde se apreciaba parte de la verga del tipo y las nalgas de mi hermana.
Había cuatro carpetas con el nombre de Antonio, la última fechada sólo tres meses atrás de ese día.
En la primera había varias fotos iguales de Mariana posando y tocándose y otras del tal Antonio desnudo tocándose la verga acostado en la cama en varias poses. Me llamó la atención de que este personaje parecía de unos cincuenta años ya que era bastante canoso y su cuerpo con todo y que no era nada obeso si mostrada huellas de la edad.
Para no alargarme demasiado el erotismo y lo cachondo iban escalando con cada carpeta que abría. Se notaba mucho que Mariana y Antonio tienen o tenían una excelente relación sexual ya que había todo tipo de fotos con ellos cogiendo en varias posiciones. Varias de Antonio chupando la vagina de Mariana, muchas de ella chupando el pene de él, eyaculaciones en la espalda, tetas y vientre de mi hermana. Otras con Mariana jugando con un vibrador, algunos acercamientos muy provocativos de su vagina y de su ano, etc.
Lo que más me excitó e hizo que de plano me quitara toda la ropa y empezara a masturbarme frente a la PC fueron unas fotos de la mano de Mariana masturbando el pene de su amigo con su mano llena de semen, unas de su boca llena con el pene de él y una extraordinaria de la cara de Mariana con la verga erecta del sujeto junto a su rostro y ella sonriendo satisfecha, se le veía una cara totalmente plena, radiante y feliz.
Estaba totalmente excitado y al mismo tiempo fascinado de ver a mi hermana así. La veía como una mujer más de tantas con las que había platicado, no era diferente a tantas otras, pero el hecho de que fuera mi hermana me daba una sensación morbosa que nunca había imaginado.
En eso pensaba con la verga en la mano masturbándome cuando se abre la puerta de mi cuarto y entra Mariana vestida con un camisón azul pastel de tirantes que le cubría hasta la mitad de los muslos y que dejaba ver sus pezones muy erectos.
¿Te estás masturbando? Me preguntó.
Sin ninguna pena o remordimiento y con más excitación que nunca le contesté:
Por supuesto, ¿tú no?
¿Puedo ver? Estoy hirviendo.
Que caliente eres, me encanta eso, ve cómo me tienes.
Ni me digas que eres igual o peor que yo y estoy empapada.
En la siguiente parte continuaré este relato que quiero compartir con todos ustedes y sobre todo con quienes han tenido alguna experiencia de sexo con algún familiar.

2 comentarios:

Gustavo dijo...

Wow me gusto tu relato súper cachondo yo también tuve una experiencia así con mi hermans , quiero leer la segúnda parts

Anónimo dijo...

De todas los relatos que he leído te diré que he de los mejores y más calientes que he leído, se siente real sin exageciones y muy exitante felicidades y gracias por tu relato espero leer el segundo. Gracias.

Todo asombroso