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Nuestros Juegos (escrito por mi esposa)

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Desde que nos sinceramos y cada uno supo los gustos del otro, junto a mi esposo hemos implementado un sin fin de juegos. Alguno que otro ya lo hemos contado con lujo de detalles en nuestro relatos ("Ameno Cumpleaños"; "Juegos Peligrosos"; etc.)

Los que ya han leído alguno sabrán que mi debilidad es mostrarme, exhibirme, dar rienda suelta a mi audacia y a mis sutiles provocaciones buscando un solo objetivo: calentar a otros hombres. Y también sabrán que la debilidad de mi esposo es verme haciendo esto. Él nunca deja de alentarme para que tomemos un poco más de riesgo y adrenalina y siempre planifica los juegos y las estrategias conmigo.

Pero dentro de tantos hombres con tendencia a calentarse, mis preferencias y las de mi esposo siempre se orientaron hacia hombres conocidos, hombres con los que ya tenemos una determinada relación : amigos de mi esposo, esposos de amigas, conocidos, compañeros de trabajo de él o míos, etc., etc.

A muchos de ellos les hemos tendido trampas yendo a bailar, a cenar, a jugar al pool o al bowling, pero siempre nuestro escenario favorito ha sido nuestra propia casa. Allí jugamos el juego en condición de locales y sin miradas no deseadas y entonces podemos hacer y deshacer a nuestro gusto.

Por lo general nuestra estrategia inicial es muy sencilla : una vez elegida la "víctima", mi esposo, al tener una buena relación con él, hace el trabajo de "inteligencia". Así entonces, charlando entre amigos, obtiene datos valiosos acerca de los gustos de nuestro amigo : qué tipo de mujer le gusta, qué vestimenta, qué parte del cuerpo de una mujer lo atrae más, qué lo calienta sin remedio, si es fetichista, etc., etc. Teniendo esta información tan valiosa, la mitad de la batalla está ganada y la reunión o la cena en cuestión seguramente resultará excitante, calentita y exitosa.

Manejarme en función de los gustos de los distintos hombres que pasan por nuestra casa es un placer, tanto para mi, como para ellos mismos, como para mi esposo. Así, por ejemplo, me he visto bajar por las escaleras para recibirlos como ellos merecen : con sandalias de tiras cruzadas casi hasta las rodillas para el fetichista de los pies; con minifalda muy corta para el que muere por un buen par de piernas; con pantalones muy ajustados y de cintura baja para el que se calienta con mi culo bien marcado o cuando le dejo ver una parte de mi tanga; con escotes que rozan el escándalo para el que no se cansa de mirar, admirar y desear mis tetas o con transparencias para el amigo voyeur empedernido...

Tan "profesionales" somos que, por sugerencia de mi esposo, muchas veces he cambiado mi color de cabello, la forma de maquillarme o mis aros y pulseras con tal que nuestro invitado se sienta bien a gusto y muy entretenido.

Eso si, lo que no cambio por nada del mundo es mi ropa interior. Me gusta usar corpiños transparentes o bien medios corpiños, ya sea que desee que mis pezones solo se vislumbren o se vean claramente en su nacimiento. Y en cuanto a las tangas, cuanto más pequeñas mejor. Me excita mucho sentirlas atrás, bien metidas en mi culo y por delante tratando de contener a duras penas los carnosos labios de mi sexo.

Así como tenemos clara nuestra estrategia de "inteligencia" también tenemos muy clara nuestra estrategia "geográfica". Generalmente tratamos de sentar a nuestras "víctimas" de espaldas a la puerta de la cocina, quedando nosotros, como atentos anfitriones, en una de las cabeceras de la gran mesa del comedor y de frente a dicha puerta.

Como en definitiva lo que hacemos es incentivar el lado oscuro o vicioso de nuestro agasajado, las primeras palabras y miradas son tímidas y nerviosas pero con el correr de la noche y del alcohol todo se va tornando más explícito y en algunas ocasiones hasta descarado. Ni hablar cuando mi esposo se retira con alguna excusa hacia la cocina. Allí la medición de la calentura del invitado es exacta ya que difícilmente se priven de mirarme sin inhibiciones, alabarme y algunas veces, disculpas mediante, hasta se atreven a tocarme "sin querer" o rozarme a la pasada.

La disposición "geográfica" que antes les mencionaba nos permite que mi esposo, supuestamente ocupado en la cocina, pueda asomarse sigilosamente sin que lo vean los invitados y pueda deleitarse con mis actuaciones, En esos momentos mi tanga se humedece sin remedio ya que si hay algo que me vuelve loca es permitirle ver como otros hombres, algunos muy amigos, me quitan toda la ropa con la mirada, como desean tocarme, chupar todo mi cuerpo para enloquecerme y cogerme allí mismo, delante de todos y sin importar nada. Me deleita ver la verga de mi esposo endurecida debajo de su pantalón, seguramente con su cabeza bien inflamada, roja y lubricada.

Como mi gran debilidad es calentar a los hombres y mi esposo lo es, en medio de una de nuestras últimas reuniones, luego de asomarse sigilosamente varias veces desde la cocina para verme haciendo de las mías, decidí hacerle una jugada que no estaba en el libreto.

Excusándome me dirigí al baño y al salir él había retomado su lugar en la mesa. Volví a sentarme a su lado, amparada por el mantel busqué su mano y con una amplia sonrisa le entregué mi tanga, la misma que me había sacado hacía un par de minutos en el baño. Había sido una noche de muchas miradas indiscretas así que mi bombachita estaba bastante mojada.

No fue necesario que mirara de que se trataba mi regalo. Por un momento no supo que hacer ni que decir. Se levantó como pudo, fue hasta la cocina y me llamó con la excusa de preparar café. Casi sin dejarme entrar cerró la puerta que nos separaba del comedor y comenzó a chupar mis tetas como un desesperado para luego pasar a mi concha desnuda, apenas protegida por una breve minifalda. Me chupaba como poseído y me decía "sos una hija de puta... ¿Qué querés?, ¿Volverme loco de calentura?"

La sesión duró muy poco por nuestro temor a ser sorprendidos, pero me alcanzó para llegar a un orgasmo delicioso y mi esposo acabó silenciosamente dentro de su ropa gracias al experto accionar de mis manos.

Casi gritando que se había manchado con café cruzó el comedor y subió rápidamente a cambiarse de ropa. Mientras tanto y para no aburrirme mientras él se cambiaba y el café se terminaba de hacer yo volví al comedor, me senté un tanto apartada de la mesa y comencé a abrir, cerrar, cruzar y descruzar mis piernas.

Era una de las primeras veces que me exhibía sin bombacho pero los invitados de aquella noche y mi esposo bien lo merecían...

Amigos, si les gustó este relato no dejen de ponerse en contacto con nosotros escribiéndonos a : mil_fantasias@yahoo.com.ar

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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Los felicito, eso es delicioso, como quisiera q mi pareja se comportara asi.

Anónimo dijo...

Si que buena mujer. tienes amigo
mi esposa también le gusta exibirse
en la casa con mis amigos les dejo

Anónimo dijo...

Me gustaría cogerme a una mujer que este dormida esa es mi fantasía si alguno de uds me puede ayudar compartiendo a su esposa conmigo soy de mty 8111220074 gracias

Anónimo dijo...

me encanto tu relato

Todo asombroso