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Trae a tu madre a la fiesta

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TRAE TU MADRE A LA FIESTA

Los padres de Ivan siempre habían deseado vivir en un ambiente social selecto. Sin embargo el sueldo del padre, aunque elevado, solo les ha permitido instalarse en un piso de clase media en un buen barrio de la ciudad. No obstante la madre insistió para que, haciendo un gran esfuerzo, Ivan y su hermano pequeño fueran a un colegio prestigioso con chicos de buenas familias. Así, creía su madre, además de recibir una excelente formación, tendrían compañeros que en el futuro les ayudasen a escalar posiciones con más facilidad.

Así fue como llegó Iván a mi colegio y a mi clase cuando teníamos 15 años. La verdad es que era un buen chaval y pronto nos hicimos amigos; se integró bien en el grupo.

Por el contrario, su madre experimentó la indiferencia de las otras madres, cuando acudía a reuniones de padres en el colegio. Esa indiferencia pasó a franca hostilidad debido a que nuestros papas le echaban el ojo con cierto descaro; pues, aunque no es muy guapa de cara, tiene unas tetas hermosas, un culo imponente y unas piernas macizas y bien torneadas.

La opinión de los padres era, lógicamente, compartida por nosotros; y pronto pude escuchar algunos comentarios del tipo:

- ¡Que buena está la madre de Ivan!

- ¡Menudo culo!

La cosa llegó a mayores cuando un día en la clase Ivan interceptó un papel que iba de mano en mano. Era un dibujo de una mujer de formas exuberantes, que estaba follando. Lo había hecho Richard que dibujaba de cine. Lo malo era que debajo estaba escrito:

"La mama de Ivan follando".

No se lo tomó con demasiado fastidio pues había otras tres madres que estaban bastante buenas y también eran objeto de comentarios. Lo que si le empezó a sacar de quicio era que su madre, con tal de hacerse la simpática, se entretenía algunas veces hablando con mis compañeros, sin percatarse de que los cabrones se la comían con los ojos mientras hacían comentarios por lo bajo; mientras el me decía: "¿Pero es tan tonta de que no se da cuenta de cómo le miráis las tetas?"

Pero a pesar de su amabilidad con los chicos, las otras madres seguían haciéndole el vacío. Así transcurrieron las cosas durante casi todo el año. Sin embargo llegado el mes de mayo era costumbre que se hiciera una fiesta a las madres. Se hacía en la casa (sería más exacto decir mansión) de algún alumno, cosa que era aprovechada por los padres para hacer ostentación. Todo se orientaba a agasajar a las madres; los que servíamos y amenizábamos la fiesta éramos los hijos.

En esta ocasión, por cortesía, sus padres fueron invitados. El nos dijo que no pensaban ir; pero entre todos los convencimos para que insistiera. También nosotros cuando la vimos la animamos. Nos gustaba ver a las madres que estaban buenas, bien arregladas; y no queríamos perdernos una noche viendo de cerca a una tía tan maciza. La verdad es que estábamos bastante salidos. Ni que decir tiene que la madre se puso para la ocasión un vestido de noche que realzaba sus encantos. Tanto ella como su padre iban dispuestos a entablar alguna relación amistosa que les abriera por fin aquel cerrado círculo.

Las cosas no fueron como esperaban; los hombres fueron más receptivos respecto al padre y se unió a una conversación, pasando la noche de forma amena. Pero las madres siguieron ignorándola.

Los que no nos olvidamos de ella fuimos nosotros que, dándonos cuenta de lo sola que estaba, nos esmeramos en atenderla, llevándole canapés y bebida, para echar un ojo al generoso escote de su vestido sin tirantes. La madre de Ivan se hacía con nosotros la simpática y, sin ser consciente de ello, se bebía todo lo que le ofrecíamos los muchachos.

Sobretodo Marcos, Borja Javier no dejaban de darle conversación. Me di cuenta que Borja había tomado la dirección de algún plan y hacía señas continuamente para que le trajeran de beber. Evidentemente estaban decididos a divertirse emborrachándola. Iván, que empezaba a inquietarse, me comentó que ella no estaba acostumbrada a beber de esa manera y temía el ridículo que pudiera hacer.

Intentó decirle algo a su padre pero el no me hizo caso, ya que se encontraba a gusto con el grupo de padres que parecían bastante simpáticos. Los compañeros le reclamaron para preparar un pequeño espectáculo para los padres y yo le acompañé. Luego para no molestar, los que no participábamos, nos retiramos. Había pasado cerca de media hora y cuando volví a ver que hacía su madre, ella estaba ya bastante borracha y los tres cabrones ya empezaban a pasarle la mano por los hombros desnudos, los brazos, la cintura y de vez en cuando el culo.

Hablaron y Javier le cogió la copa que tenía y se dirigió a la barra donde yo estaba con otro tomando un cubata. Javier, ya algo bebido, nos sonrió y nos dijo:

Tíos creo que esta noche lo vamos a pasar de puta madre.

Habló con el compañero que servía las bebidas y le prepararon una especie de coctel, con bastante alcohol, mezclando varías bebidas alcohólicas y dulces para disimular el sabor. Javier nos hizo un giño y nos dijo:

Venga tíos, venir que ya no se da cuenta de nada y podemos sobarla a gusto.

Noté que se me ponía dura solo de pensar en tocar a la madre de Ivan y me fui hacía ella. Pero en ese momento, un poco antes de empezar la comedia que iban a representar, Iván quiso ver que pasaba con su madre. Se acercó a mí, y los dos pudimos ver como los chicos la magreaban mientras ella se apoyaba en ellos, pues apenas se tenía en pie. Buscó a su padre de nuevo; no quería dejar la tertulia y le dijo que no sería para tanto, que su madre ya era mayor y que estuviera un poco al tanto.

El, apurado, me dijo que, mientras durara su actuación, estuviera un poco al cuidado de su madre.

Sintiéndome un cabrón le dije que se fuera tranquilo; y en cuanto lo perdí de vista me fui hacia el grupo donde estaba su madre. Había ya cinco tíos a su alrededor que se la estaban comiendo. Como apenas se sostenía eran todo manos. Cuando me incorporé al grupo se iban turnando para ponerse de tras de ella y apoyar la polla en el culo dándose un discreto restregón. Mientras me tocaba mi turno disfruté de la vista de sus hermosas tetas, pues su escote sin tirantes estaba a punto de descubrir los pezones.

Ella creo que se daba algo de cuenta; pues sus hombros, brazos y cintura eran manoseados por nosotros con bastante descaro. Pero bastante tenía con preocuparse de no caerse y seguir sonriendo. Cuando me llegó el turno estaba empalmado y cogiéndola de la cintura apoyé fuerte mi rabo; de tal manera que ella intentó volverse.

Pero todo lo que fuera girar un poco la cabeza la desestabilizaba y tenía que concentrase en mantenerse en pie.

Alguien debió de percatarse del asunto y avisó al marido. Marcos vio que el padre de Iván se acercaba y nos separamos un poco de ella. Nos miró cabreado y la llevó con él. Borja fue a ver que pasaba y los demás fuimos detrás. Escuchamos como, avergonzado ante los otros señores, tuvo que decirle que su mujer estaba muy mal. Los padres dijeron que no se preocupara; que algunas veces pasaba eso y avisaron al dueño de la casa. El señor fue muy amable y le dijo que no hacía falta que se marchara perdiéndose la fiesta, y le ofreció llevar a la madre de Iván a una habitación para que durmiera un rato.

Mientras la acostaban, Borja nos convencía de que si encontrábamos la habitación podríamos hacer con ella lo que quisiéramos. Al final, arriesgándonos a encontrarnos con alguien de la casa, esperamos a que saliera el padre de Iván y el dueño e iniciamos nuestra excursión. Borja nos organizó para que todos a la vez abrieramos puertas. Si metíamos la pata, con decir que buscábamos un W.C. estaba solucionado.

Al final Javier dio con la habitación que estaba en un ala de la segunda planta. Entramos los seis y con la luz de los mecheros nos acercamos a la cama. Estaba profundamente dormida. La habían acostado vestida, echándole una colcha por encima.

Comprobamos que las persianas de la ventana, que daba a un balcón, estaban bajadas y encendimos una lámpara que estaba en la mesita de noche.

Puestos alrededor de la cama la destapamos, la pusimos de lado y comenzamos a abrirle la cremallera del vestido. Apenas reaccionó con un pequeño gruñido sin abrir los ojos.

Tiramos del vestido para sacárselo por las piernas mientras la levantábamos por la cintura para facilitarlo. Ahora manoteó levemente. Cuando se lo sacamos apareció ante nuestros ojos un cuerpo de carnes exuberantes , blancas-rosadas y suaves. Un poco más y las envidiosas dirían que estaba entrada en carnes.

Por encima de todo atraía nuestra atención el volumen de sus senos. Borja se inclinó sobre ella como si fuera a abrazarla; buscó el broche del sostén y con dificultad acertó a desabrocharlo. Ella volvió a gruñir. Nos quedamos un momento callados admirando aquellos globos carnosos que se desparramaban libres.

Luego casi al unísono exclamamos:

¡Joder qué tetas!

Empezamos a manoseárselas y esta vez si que abrió los ojos, pero apenas podía hacer otra cosa y los párpados se le caían.

Después de unos minutos le quitamos las diminutas bragas y dejamos al descubierto su coño escondido bajo una tupida mata de pelo. Marcos y Javier le separaron las piernas y hurgaron en él mostrando su agujero rosado. Ella protestó unas palabras ininteligibles y levantó un poco su cabeza. Nosotros a su alrededor recorríamos con nuestras manos su cuerpo disfrutando la suavidad de su piel y la turgencia de sus carnes.

Ella se volvió a quejar; porque llevados de la excitación cada vez la estrujábamos con más fuerza. Borja empezó a desvestirse y los demás hicimos lo mismo comenzando a masturbarnos.

Se subió a la cama y se colocó entre las piernas de la madre de Iván; torpemente buscó con la punta de su polla la entrada de la vagina. La recorría de arriba abajo hasta que notó que entraba. Ella, que no estaba lubricada, reaccionó ante la molesta penetración intentando empujar a Borja con sus manos. El comenzaba a moverse con ritmo.

Se oían comentarios como: -Mira que tetas, fóllate a esa zorra, es una putita-.

Borja comenzó a sobarle las tetas y chuparle los pezones, mientas que ella suplicaba torpemente; en sus ojos afloraban las lágrimas. En su borrachera era consciente de que estábamos abusando de ella. A pesar de eso sus pechos tenían los pezones duros y erguidos, de alguna manera estaba excitada . El le decía: -Estás buenísima mamá, me pones a 100, voy a disfrutar de ti-.

El siguió sobándola y metiéndosela fuerte; mientras, uno de los chicos que seguía masturbándose descargó todo su semen encima de su cara. Los demás excitados como bestias en celo lo jaleábamos: - Dale fuerte Borja - Él, gimiendo, comenzó a meter y sacar su polla rápidamente de dentro de ella.:-Ahhh , Uhmm ahhhhhhhhhh, toma mamá, estás buenísima . Siguió gimiendo fuertemente a medida que la penetraba y le decía obscenidades, pero no tardo mucho en descargar toda su leche caliente dentro de ella: –Aaaaaaaaaah. Notamos como temblaba encima de ella del gran gusto que sentía hasta que se quedó quieto y se dejó caer a un lado de la cama.

Rápidamente Javier se puso encima de ella y empezó a sobarla todo el cuerpo. Ella suplicaba pero no tenía fuerzas para resistirse. -Es mi turno zorra, yo también quiero follarte-. Le estrujaba las tetas sin cesar mientras decía: -Tienes unas tetas increíbles, estás demasiado buena para ser madre-. Luego le cogió los pezones y tiró de ellos estirándole las tetas todo lo que daban de sí. En ese momento otro le dijo : -Aguántaselas así -; y mientras se pajeaba restregaba la punta del capullo sobre el pecho estirado hasta que se corrió y el chorro de semen se derramó sobre el seno.

Javier le abrió las piernas y, al igual que Borja tardó en acertar a meterla; la penetró violentamente: – Toma puta en tu coño calentito-. Su cara denotaba que sentía un inmenso dolor mientras imploraba: - Por favor, dejarme- Pero él parecía estar disfrutando muchísimo. No tardó demasiado en descargar toda su leche dentro de ella. Se corrió mientras se agarraba fuertemente a sus doloridos pechos. Tanto él, agotado encima de ella, como la madre de Iván parecían dos muñecos de trapo.

Cuando se retiró se acercó Marcos; pensé que también la iba a penetrar en la vagina, pero me equivocaba. Le dio la vuelta dejándola boca a bajo y se estiró encima de ella. Marcos metió por debajo las manos, agarrándole los pechos y estuvo un buen rato estrujándoselos mientras restregaba su polla contra sus nalgas. Luego se incorporó y se entretuvo amasando los dos cachetes de su hermoso culo. Se los separó para buscar el agujero e intentó metérsela pero no era capaz.

Nos miró y gritó: - Ayudadme, joder-. Uno de nosotros le agarró el culo a la mamá de Iván y le separó los cachetes; entonces Marcos con cierta dificultad apoyó su glande en la entrada del agujero y empujó metiéndola un poco: -Tienes un culo increíble mamá, voy a follarte por detrás-. El empujón fue brutal y, aunque estaba desecha, ella intentaba manotear hacia atrás, mientras gemía y lloraba. Marcos empujó de nuevo y la metió hasta los güevos. Las manos de ella se agarraban a las sábanas con desesperación.

El gemía con fuerza a medida que sacaba y metía su polla dentro del culo, cada vez con más facilidad mientras ella era un puro gemido de dolor. Se le notaba que en medio de su falta de fuerzas sentía un daño tremendo; pero Marcos parecía estar disfrutando mucho. Le estrujaba el culo, la pellizcaba y le daba fuertes azotes. Estuvo bombeándola un rato mientras decía: -Qué culo más rico tienes mamá-. Finalmente no aguantó más tiempo y descargó toda su leche dentro.

Ahora me tocaba a mí, estaba excitadísimo, le dí la vuelta y me eché encima. Le sobé los muslos y las tetas con ansia. Luego le mamé y le mordí las tetas mientras se las estrujaba como si quisiera metérmelas enteras en la boca. La bestia que hay en mí afloraba por mis labios : -Ahora me toca a mí follarte. Esto no te pasaría si no estuvieses tan buena-.

Al igual que los otros, después de sobarla un rato, le abrí las piernas y la penetré con gran dureza. Ella movía la cabeza de un lado para otro: - No, no, no-. A pesar de mi inexperiencia no me costó encontrar el camino. Noté que su coño estaba caliente y pringoso. Fue una sensación muy agradable. Empecé a sacar y meter la polla lentamente primero, para ir acelerando a medida que iba sintiendo el gusto en mi polla.

Mientras seguía penetrándola ella movía la cabeza. Otro chico se acercó, se arrodilló en la cama junto a su cara y colocó su polla delante de su boca. Entonces le agarró fuertemente del pelo y dijo: -Voy a darle un calmante para que se esté quieta -. La sujetó y comenzó a metérla y sacarla de su boca cada vez más deprisa mientras le decía: -Sigue así, chúpamela, siiiiiii-.

Yo seguía penetrándola y apretándole las tetas. El chico no aguantó demasiado tiempo, y enseguida descargó toda su leche dentro de su boca. La agarró más fuerte del pelo y le dijo: -Trágate toda la leche puta.- Ella, con los ojos desorbitados de asco, engulló atragantándose, aunque parte del semen le resbalaba por toda la boca y el cuello.

Cuando estaba a punto de correrme otro muchacho me dijo: - Tío date la vuelta y échatela encima.- Entre los dos le dimos la vuelta de manera que ella quedase encima de mi; Cuando conseguí volver a meterla me agarré a su culo y empujé hacía arriba, penetrándola en esta nueva posición. Entonces el otro se acercó por detrás y la agarró de la cintura: -Yo también quiero probar tu culo mamá-. Después de decir esto colocó su erecta polla en la entrada del culo y, ayudado por mí que le separé los cachetes, la penetró con gran violencia.

Los dos le dábamos por delante y por detrás con violencia y rapidez. Mientras empujaba le sobaba los muslos disfrutando de su firmeza y suavidad. El espectáculo de de sus dos melones, bamboleándose y temblando ante mi cara, me tenían loco. Luego mi compañero lo superó, al amasarle las tetas en mis narices. Sentí como mi polla temblaba de placer y se estremecía escupiendo con fuerza un chorro de lefa dentro de su coño.

Seguí disfrutando de sus carnes mientras el otro le daba duro hasta que se corrió. Todo el peso de los dos estaba sobre mí. Pero me sentía a gusto mientras mis manos chocaban con las del colega. Apurábamos nuestra ración de carne suave.

Borja otra vez con la polla dura nos metió prisa para que la dejáramos. La tumbó boca arriba y, colocado sobre su pecho, comenzó a hacerse una cubana con sus tetas. Todos mirábamos aquellas montañas de carne rosada que enterraban totalmente su verga. En silencio nos masturbábamos esperando nuestro turno. A pesar de que Borja se demoraba, ella no se movía ni decía nada.

Entonces oímos voces y risas lejanas; eran señoras. Borja, pese a estar en plena faena, reaccionó con lucidez: -Rápido tíos, al balcón-. Recogimos apresuradamente las ropas y, sin subir demasiado la persiana, salimos cinco al balcón. Borja bajó la persiana, apagó la lámpara de la mesita y se metió debajo de la cama, suplicando que no pasase nada.

La puerta de la habitación se abrió despacio y entraron tres señoras. Cerraron y encendieron la luz. La cama desordenada. El vestido y la ropa interior de la madre de Iván, recogidos de mala manera; y ella desnuda, medio destapada. -Lo sabía chicas. A esta borracha, calienta pollas de adolescentes, se la han tirado-. ---Fijaos como tiene esas tetonas, le ha hecho de todo-. – Vamos a darle la vuelta, seguro que le han dado por el culo-.

Se rieron imaginando cuantos se la habrían tirado; aunque luego se pusieron serias, pues ninguna sabía a ciencia cierta donde habían estado sus maridos durante un buen rato de la noche. Luego una, con gran cinismo, dijo: - Bueno, si ha sido mi marido, por lo menos no se ha gastado dinero con esta puta-. Apagaron la luz y se marcharon.

Rápidamente nos vestimos y salimos de la habitación, vistiéndola también a ella que, entre sueños protestaba: - Dejadme dormir-.

Cuando bajábamos se oían los aplausos que premiaban la actuación de Iván y sus compañeros. Al momento él me encontró y me preguntó por su madre. – No te preocupes. Como estaba un poco bebida tu padre y otros dos señores la subieron a dormir. Debe estar todavía durmiendo-.

Fue a ver su padre y volvió con nosotros. El cabrón de Borja le dijo sonriendo: - ¿Te lo estás pasando bien? Yo es la mejor fiesta que recuerdo-.

La fiesta siguió un par de horas más. Al terminar los muchachos recogíamos un poco mientras nuestros padres se despedían. Entonces vimos aparecer a los padres de Iván. El padre tenía la cara desencajada y buscaba con la mirada a Iván. Intentaba evitar despedirse de los demás, pues el aspecto de su mujer, totalmente despeinada, era lamentable.

Borja, con mucha sangre fría, nos dijo: - Vamos a acercarnos. No creo que nos reconozca; pero tenemos que averiguarlo -. Nos acercamos y ella, agarrada al brazo de su marido, nos miró y esbozó una sonrisa estúpida. Por última vez miramos aquel cuerpo que habíamos disfrutado. El generoso escote dejaba a la vista parte de sus pechos y su cuello, con las evidentes huellas de nuestro disfrute.

El padre nos miró con ira. Volvió la cabeza hacía un numeroso grupo de padres que les miraban, y comentaban seguramente el polvo que le habían echado a su mujer. Nos miró de nuevo y dijo: - Unos cabrones como sus padres-.

No volvió más por el colegio y, terminado el curso, Iván se marchó. Pero nosotros queríamos volver a verla y a tenerla para nosotros.

8 comentarios:

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Anónimo dijo...

Estupendo relato, agradeceré que relates la segunda parte.

Todo asombroso