Video Relato

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Secuestrada

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El relato, pues será fuerte. Espero les guste. Gracias.

Ella se había rebelado varias veces, pero ya era en vano, no concebía el hecho de estar de cuatro patas, siendo fieramente sodomizada por un desconocido, quien atajaba su cadera con una mano, mientras que con la otra estiraba hacia sí los dorados cabellos de la desdichada, haciéndola levantar el rostro, en donde el dolor y la impotencia asaltaban y se conjugaban con las lágrimas y babas que ella derramaba inconsolablemente, rompiéndola por dentro con aquella carne que le sentía tibia y abriéndole dolorosamente, al tiempo en que más al fondo de aquella impúdica y casi vacía habitación su novio la filmaba con una sonrisa morbosa mientras una desconocida se la chupaba de manera experta, circulando su notable lengua de la manera más especializada posible en aquella lubricada verga.

Su desnudo cuerpo convulsionaba al ritmo de las embestidas de aquel hombre que literalmente la taladraba sin piedad, sus pequeños senos saltaban, las lágrimas empezaban a caer al suelo.

Lloraba de la imposibilidad y del dolor de la traición de la persona que una vez amó, del dolor que le producía la penetración anal, de las risas de aquellos tres monstruos, de que a su padre lo extorsionarían mostrando a su hija siendo brutalmente follada por un impiadoso gigante.

Sus manos empezaban a arañar el suelo del lugar, ya que sentía los espesos y tibios líquidos del hombre bañarle el recto y parte de sus torneados, jóvenes y blancos muslos. Se largaba todo dentro de ella, al ritmo de sus infructíferos chillidos.

Cayó en el suelo de aquella lujosa casa de campo donde pensó una vez que entregaría su amor y cuerpo a aquel traidor que seguía filmándola. La abandonaron rendida en sus lágrimas y semen ajenos que goteaban insistentemente de su recto, secándose en los muslos, impregnándola con el olor a semen por todo su cuerpo, haciéndola sentir la más grande guarra que pudiera existir.

Pasaron los minutos. Oyó la puerta abrirse nuevamente, levantó sus tristes y lacrimosos ojos, observando que arrastraban mediante una correa algo. Lanzó un chillido atronador cuando los vió traer un perro gigantesco.

Aquel traidor levantó su cámara nuevamente, apuntándola, riendo guasonamente;

-Que continúe la función...

Secuestrada

(Un mes antes)

El bar estaba infestado del gentío que apenas se podía mover. Ella estaba tras la barra, sirviendo tragos por aquí y allá de manera presurosa, dada la gran demanda que el público expresaba con las bebidas. Jazmín, nuestra protagonista, sonreía para sí, por el sentimiento de independencia que había adquirido tras dejar la nada humilde casa de sus acaudalados padres.

Quería vivir, no existir. Sentir nuevas experiencias que aquellas aburridas fiestas formales no la dejaban, mucho menos con vestidos negros que poco o nada regalaba a la vista, con aquellas falsas sonrisas y aburridas conversaciones seudo-intelectuales que tomaba con hombres que triplicaban sus modestos 22 años.

Pero sabía que para adquirir la independencia, y por ende las nuevas sensaciones de autosuficiencia, debía luchar arduamente, tanto en convencer a sus nada amenos padres en palabras... y en acciones. Si quería vivir por sí sola, pues que lo demuestre.

Había encontrado el trabajo en el bar en una muy lejana ciudad de donde vivía, hace ya un par de meses atrás, aprendió los gajes del oficio en velocidad sorprendente, y en base a su carisma consiguió ganarse el afecto de la gente que la rodeaba. Que quede claro, todos sabían de la fortuna de sus padres, y basándose en esa información, las amistades por conveniencia vienen como gotas de lluvia.

De entre el gentío, la blonda Jazmín lo vió venir, aquel hombre de cortos cabellos marrones que sutilmente la miraba desde lo lejos mientras se dirigía hacia ella, sentándose en una de las butacas, justo frente a ella.

Jazmín estaba limpiando la barra, situación aprovechada por el hombre. Atajó las frágiles manos de ella, frenando su limpieza, mirándola con una sonrisa.

-Cómo estás?... le dijo de manera apenas audible, dada la fuerte música que imperaba.

Ella sonrió, era Genaro, alto, fortachón, de facciones muy bien definidas y un envidiable aspecto de confianza. Desde las primeras semanas en que ella llegó, aquel hombre la acosaba, rogándola salir. Jazmín sacó su mano de manera brusca, lo miró con una leve sonrisa, pensando que aquel hombre era uno de los pocos que no sabía de la acaudalada posición de su familia, y que ante la persistencia y paciencia del mismo, decidió esa noche, satisfacerlo.

-Nunca te cansas de insistir?

-Por ti, nunca... –rió.

-Espérame a las tres de esta madrugada, cuando cierre el local

-De veras?! –el hombre se sobresaltó de la butaca.

-De veras... –le confirmó, volviendo a sonreír, pensando que ya era hora de seguir avanzando en aquel mundo nuevo que abordaba, lejos de la protección de sus padres, y por qué no, de conocer a alguien interesante que la haga sucumbir. Lo veía a Genaro, pensando que pudiera ser el hombre indicado, ya que tanta perseverancia era muestra de una gran personalidad, algo que bien ella buscaba.

Veía tras la sonrisa del hombre un posible amorío, una posible aventura romántica, y nuevas sensaciones.

Tanta ingenuidad terminaría jugándole en contra...

**********

Genaro la abofeteó cruelmente, haciéndola caer de bruces nuevamente al suelo, sumida en su desnudez y vergüenza, indicándole que nada puede esperar de aquellos griteríos sino peores castigos, que en aquel lugar tan apartado en donde estaban, era imposible que alguien la escuchase.

Aquel gigantesco hombre, quien traía un perrazo a rastras, sonreía morbosamente. La mujer lo seguía detrás, una joven de 19 años, si bien poca edad, su maldad y avaricia demostraban, y con creces, los terribles planes que tenían con nuestra Jazmín. Su nombre era Cristal, bonito nombre, contrastando terriblemente a su nefasta personalidad, y su falsa apariencia de niña buena, vestida de una mínima falda blanca en donde la redondez de sus nalgas era sobresaliente y marcada, un top celeste que denotaban sus muy desarrollados senos, mucho más grandes más que los de Jazmín junto a aquellos brillantes y negros cabellos formaban su imagen. Era la otra, recién lo supo.

-Te filmaremos ahora con el perro follándote... –indicó Cristal con una seriedad notable- cuando te lo indiquemos, deberás saludar a tu padre.

-Que?!-quedó ensimismada, los ojos muy abiertos, su corazón en la boca.

Genaro empezaba a filmar, apartándose a una esquina de la habitación. El hombre gigantesco, de nombre Ogilvy, pasó la correa a Cristal, dirigiéndose a una aterrorizada víctima.

-De patas, como la perra que eres- ordenó Ogilvy con una voz muy fuerte.

Ella desde el suelo sólo retrocedía. El hombre se abalanzó hacia ella. Jazmín pataleaba, gritaba y arañaba la espalda del hombre, el hecho de ser violada por un perro la tenía horrorizada.

La agarró de su cintura, poniéndola con extrema facilidad en la perruna posición, manteniéndola allí con sus manos presionándole la espalda. Cristal acercaba el perro, llevándolo hacia tras la blonda, acuclillándose frente a sus dos expuestos agujeros.

-Filma esto Genaro!... haremos un antes y después!-reía mientras metía y revolvía sus dedos en el rosado ano ante los gemidos y retuerces de la víctima- así compararemos como la dejó el perro...

Sacó sus dedos, por gusto los lamió, y agarró el can de las patas delanteras, levantándolo y haciendo posar sus extremidades sobre la desnuda espalda de Jazmín, mientras Ogilvy seguía manteniéndola en la posición.

El muy domado perro ya estaba desde hace rato cachondo. Cristal cogió unos guantes y se volvió hacia el perro. Tomó de la verga y se lo dirigió hacia la fémina zona de Jazmín.

Y desde el momento en que la penetró, chilló más de la vergüenza y terror que de la violación animal a la que la forjaron, cerrando fuertemente sus lacrimosos ojos, arañando nuevamente el suelo que chirriaba del contacto de las uñas con el piso.

Sentía la titánica verga animal entrando y saliendo dolorosamente en su coño, poco a poco ella empezaba a derramar líquidos de entre sus piernas. Y lloraba por que las burlas eran obvias, a su cuerpo le gustaba, a ella... por lejos no. La cámara recorría todos los confines de su cuerpo, mostrando en gigantescos primeros planos la perruna verga entrar y salir en una vagina ya desgarrada por el tamaño bestial del perro.

Y mientras las terribles embestidas la sacudían, Genaro hizo un gesto, llamando a Cristal;

-Sostened la cámara, quiero que filmes esto.

-Vale, pero que sea bueno lo que sea que harás –respondió la joven con su típica sonrisa maliciosa.

Bajó sus pantalones, denotando una inspirada verga.

Cristal filmaba desde un costado de Jazmín, mostrándola en horizontal colocación, llorando y chillando mientras tras ella un perro la violaba salvajemente. Allí, de golpe, mientras la boca de la blonda seguía gritando, la cámara captó una verga clavándose en su boca, la verga de Genaro, enterrándose allí, callándola, desapareciendo rápidamente de la vista, meciéndose hasta su garganta. Los sonidos de arcadas eran tremendos.

Follada por un perro al tiempo en que una polla la taladraba la boca, sintió su mundo caer en mil pedazos. Sintió su orgullo caer al suelo.

La filmaron unos diez minutos, Genaro ya se lo notaba exhausto;

-Pásame la cámara! –ordenó a Cristal.

Allí enfocó el preciso instante en que su verga se largaba en la dulce boca de Jazmín, regándose en sus mejillas, haciendo hilos en sus rojizos labios, las gotas de semen colgándole de allí hasta el suelo al tiempo en que sus senos seguían tambaleando al ritmo de las frenéticas embestidas del animal.

Genaro la volvió a enfocar el rostro;

-Saluda a tu padre... y con una sonrisa...

Ella sólo agachaba la cabeza, gimiendo por los bestiales movimientos del perro que la seguía sacudiendo. Ogilvy agarró de sus dorados pelos, haciéndola levantar el rostro hacia la cámara;

-Te dijo que saludes con una sonrisa... y dile que es la puta de tu hija-dijo sin dejar de mantenerla con una mano allí de cuatro.

Cristal desenfundó un arma sobre la cabeza de Jazmín:

-Dilo cerda!

Sollozando, con la vista de un perrazo follándola detrás, sucumbiendo por las arremetidas del animal, con el semen colgando de su boca, en un rostro sumido en lágrimas, con un arma posando sobre sus rubios pelos bañados en semen, apenas contestó a la cámara;

-H..... hola papi aghhh... soy... la puta... de tu hija... ahhh!!!

**********

Ambos caminaban por las calles de la ciudad, eran ya más de las tres pero aún había un notable gentío. El lugar, como en tantos territorios del mundo, tenía el aspecto de ciudad vencida por la corrupción, de grandes edificios erigiéndose t ras devorar los impuestos, tras robar y dejar en la miseria a más de un banco.

Aquella ciudad en donde no se podían ni confiar en los policías, todos comprados por los mandatarios. Cruenta metrópoli en donde una persona tan dulce, tan bondadosa y jovial como nuestra protagonista, sería literalmente devorada sin piedad.

Genaro la acompañaba hacia su apartamento, no muy lejos del bar de dónde trabajaba. Si bien el trayecto fue casi rápido, ella vió en él, un alma carismática, gustos parecidos y un mismo estilo de pensamiento. Mientras transitaban por las calles, ella pensaba, en los segundos de silencio, que por fin había encontrado una persona desinteresada.

Quedaron frente a la puerta de su edificio, allí Genaro se despidió con un dulce beso a la mejilla, sin pedir más, sin intentar acorralarla y pedir míseramente una noche de sexo salvaje. Esa actitud, extraña de los hombres, la dejó en claro que él era distinto, que no se hacía pasar por un gigoló, que era él mismo y nada más.

Subió sola, ya habiendo acordado encontrarse en un par de noches nuevamente, en un día en que ella no trabajase, para poder salir a conocerse mejor. Pasó la noche pensando en él, por fin alguien desprendido respecto a la fortuna de su familia.

Está de más decir, que con la suerte de Jazmín, cuan equivocada podría estar..

**********

En el fondo de la habitación yacía la cámara, con la luz roja prendida, indicando que grababa. Genaro no estaba, había salido. Jazmín, desnuda como siempre y arrodillada frente a la poca higiénica polla de Ogilvy, erecta a reventar. Hacía minutos pedía descanso, era tan sólo la primera noche y ya la vejaron para toda una vida. Cristal caminaba coqueta hacia ella, arrodillándose también frente a la monumental verga, amarrándolo con su mano cubierta del guante, empezando a pajearlo brutalmente.

Y mientras con aquella mano sobaba la verga, con la otra agarró un puñado del pelo de nuestra protagonista, acercándolo al enorme órgano;

-Empieza a lamer!

Ella murmuraba apenas, arrugaba el rostro en señal de repugnancia;

-Basta – dijo apenas sumida en llantos- ya no más por favor!

-Esta noche recién comienza, o quieres sentir de nuevo la pistola en tu cabeza?

-Soltadme monstruos!

Splash!

Ogilvy la abofeteó, empujando fuertemente el rostro hacia su verga, metiéndolo hasta sentir su garganta. Y mientras la punzaba por la boca con enormes movimientos de cadera, Jazmín seguía asqueando el rostro, el hecho de sentir una verga sudada, que previamente la había enculado, impregnados de olores de su recto, la dejaban al borde de la demencia;

-Mmmm!!! –no podía devolverle palabras con semejante aparejo surcándola toda la cavidad bucal.
Cristal volvió a tomar la verga, apartando el sollozante rostro de la blonda, quien pareciera retomar aire;

- Bueno cornuda, mámalo con más intensidad!- haciendo sonidos de gárgaras, Cristal lanzó un tremendo escupitajo allí en la verga, lubricándolo más de lo que ya estaba- Lámelo ahora!

Sus brazos tenían una temblera notable, cerró sus ojos y abrió la boca, empezando a meter lentamente el titánico aparejo. Lamiendo como podía, surcando con la lengua las venas que sobresalían, remojándolo y mezclándose con el escupitajo de Cristal, se sentía de nuevo como un objeto sexual, al que las imágenes que grababan de ella sólo servían para extorsionar a su padre, para entregar el millonario monto de recompensa por la vida de su desdichada hija. Y mientras relamía sollozando, Cristal la susurraba a los oídos;

- Puta asquerosa, de veras te gusta, no? Ya verás por Internet este video niña tragarrabos... la verdad que la cámara te favorece... las luces amarillentas te iluminan el cuerpo, que envidia!...

Repentinamente Ogilvy se encrespaba, se estaba viniendo, Cristal lo notó, agarrando nuevamente semejante polla;

-Abre bien la boca perra, mami te dará leche! –decía entre carcajadas.

Apenas lo hizo, pero las largadas del hombre no acertaban su boca, desparramándose en su rostro, hacia sus ojos, dejándose ver el espeso líquido gotear de su cara y senos. Cristal traía nuevamente la cámara, al tiempo en que Ogilvy la sujetaba fieramente del rostro;

-Abre de nuevo cariño! –ordenó el gigante, mientras Cristal tomaba un primer plano del avasallado rostro. Ella apenas abrió la boca, y lo hacía a punta de pistola. Aquel primer plano fue sorprendente, Cristal con la mano libre recorría aquel rostro bañado en semen, recogiendo el líquido con sus dedos, depositándolo en la boca y labios de una siempre asqueada y sollozante Jazmín. Por último, la maliciosa mujer se agachó y escupió dentro de la boca;

-Trágalo!- ordenó nuevamente Ogilvy, presionando el arma en la frente

Cerró sus ojos, su rostro multifacético, ira, impotencia, asco y terror se dibujaban al tiempo en que tragaba todo los líquidos que depositaron en lo que una vez fue una dulce boca.

Cristal sonreía arteramente, apagando la cámara, riendo nuevamente;

- Esta noche no ha terminado! Levántate!

Pero tantas vejaciones hicieron estragos, veía nublado, de repente oscuro... caía desmayada... recordando nuevamente los inicios de esta cruenta travesía:

**********

Las velas eran lo único que iluminaba aquel restaurante, bañado en telas rojizas por el techo, y junto a la iluminación naranjezca propia de las candelas, otorgaba un aspecto romántico al lugar. Ella se había tomado la molestia de arreglarse más de lo usual, como si lo necesitara, pero en fin, el rubio cabello suelto, cayéndole hasta los hombros y un escotado vestido turquesa, que bien mucha vista brindaba de sus muslos al sentarse. Vistas mal disimuladas por los tantos hombres que allí cenaban con sus respectivas parejas.

Con las canciones románticas de fondo, Jazmín quedaría como hechizada. Las charlas eran amenas, graciosas y ella siempre notando buenas intenciones por parte de Genaro. Las copas corrieron, y fue allí cuando sucumbió a su perdición, las miradas enseriadas del hombre, mezclándose a la música, iluminación, y lo principal... junto al alcohol, la hicieron lentamente caer enamorada del hombre.

Habiendo terminada la velada, una vez más frente a su edificio, Jazmín no tuvo pudor en rodearlo con un abrazo, besándolo insistentemente, sacando lengua, abriéndose paso entre los labios, liando ambas lenguas en apasionadas muestras de calentura.

Sin más, Jazmín se acercó al oído del hombre, y tras lamer el lóbulo;

-Subamos a mi apartamento... –susurró mientras con una mano arremetía contra su verga, oculta bajo las telas del pantalón, haciéndolo vigorizarse, presionando su cuerpo hacia él, para sentirlo entre sus muslos que el vestido turquesa apenas tapaba sin siquiera causarle vergüenza estar en plena calle.

Él se apartó, sonriendo;

-Se nota que bebiste demasiado... no sería correcto aprovecharme –mintió

Por lejos, ésta frase la hechizó, definitivamente el hombre no era común, era respetuoso, amable y considerado. Era el indicado, o al menos eso pensaba.

Genaro la visitaba todos los días al bar, e iba a su apartamento los días libres. Le encantaban pasear por las plazas, hablar sin parar de nimiedades, reírse de temas que sólo pareciera incumbirles a ellos. Con los días, los besos, tras los árboles, autos, callejones o donde sea, se volvían mas apasionados, los manoseos también.

Aquella tarde en la casi vacía plaza, ocultos tras unos árboles, la manoseó, aprovechando la falda que Jazmín tenía, adentrando sus dedos en tan mojada vagina, sintiendo la humedad impregnarse en sus dedos, llevándolos a la boca de ella, donde, sin decencia decidía beber de sus propios jugos vaginales, chupando los dedos y entrecerrando sus ojos, fiel muestra del placer y calentura en su angelical y dulce rostro.

Pero aún no pasaba de eso, de los juegos previos, finos y cachondos toques. La dejaba en medio de una tremenda calentura. Sin saberlo ella, la condicionaba sicológicamente, a sólo recibir placer de él, y por ende, sólo pensar en el mismo.

No había días en que ella dejara de hablar con sus compañeras de trabajo de las distintas y alocadas sesiones de toqueteos en lugares públicos, la ponía a mil revoluciones.

Pero aquella invitación a pasar el fin de semana, solos, en una casa de campo, la hizo estallar dentro suyo, pensando que por fin consumirían físicamente su amor, pensando en las sesiones multi-orgásmicas que ella encantada sobrellevaría. Se había tomado un enorme sacrificio en ahorrar por semanas para comprar un vestido rojo con el que pensaría sorprenderlo en el viaje de ida, encajaba perfectamente en su pequeño cuerpo. Ya quería observar el rostro de su amado al verla dichosa, sonriente y sugestiva en su traje.

Pero la vida le tenía otros planes, terribles designios...

**********

Abría los ojos, la misma habitación de siempre, por la única ventana veía la oscuridad del bosque, es decir, ni siquiera había terminado la primera noche. Estaba acostada boca abajo en el mugriento suelo.

De repente siente una mano separando sus nalgas, para luego sentir una verga desproporcional adentrarse en su vagina.

Chilló nuevamente, retorciéndose apenas con las pocas fuerzas que tenía. Era nuevamente Ogilvy. Alzó la vista, frente a ella seguía filmando Cristal. Oyó la voz de Genaro nuevamente;

-Espera!. Mejor levántala!

Jugándola como cacharro, y ante la fuerza tremenda de Ogilvy, consiguió erguirla, agarrándol con sus manos ambas muñecas, alzándola con una facilidad notable, con los pies apenas tocando el suelo, exponiéndola tan vergonzosamente fuera posible, bañada en semen y cuajos de saliva, con una notable humedad emergiendo de su vagina, y con los pezones erguidos a más no poder. Pero Jazmín estaba, su rostro caía mirando al suelo, mientras Ogilvy, sin soltarla, lamía su cuello con intensidad y aplomo. Y observando el suelo con sus lacrimosos ojos, vió una luz de esperanza, una llave, la de la puerta de la habitación en que la estaban encerrando cuando salían. De nuevo la verga, ella cerrando fuertemente los ojos, mordiéndose los labios para no gritar, para no alimentarlos con sus claros sufrimientos. Pero en medio de las ya tremendas embestidas, sintió otra polla delante de ella, adentrándose entre sus desgastados labios vaginales, era Genaro, sintiendo como de a poco penetraba en tan maltrecha zona, ya casi destrozado por las sesiones previas con el perro.

Ella ya no daba más, gritaba nuevamente, bañada en semen, siendo brutalmente follada de frente y detrás, sucumbiendo ante las violentas y disparejas arremetidas. Y aún no entendía como de su vagina, con la verga protegida de Genaro apenas cabiendo, empezaba a derramar líquidos a borbotones, sin lugar a dudas su cuerpo gozaba.

No podía evitar tampoco que mientras gritaba, de su babeante boca escaparan los líquidos seminales que Ogilvy había depositado anteriormente. Ya no podía luchar, dejó de arañar, de intentar patalear, de gritar, quería caer al suelo, pero la atajaban fieramente de las caderas, de los cabellos, magullándole los senos.

Ogilvy se largó dentro ella, Genaro tenía protección, puesto se rehusaba meter su verga donde el perro la había follado. La soltaron, dejándola caer de bruces al suelo.

Desde allí se retorcía, gemía, sollozaba, pero bien disimuladas, pues había caído sobre la dichosa llave, agarrándola fingidamente con una mano.

De golpe sintió un leve gozo entre sus piernas, una lengua experta e impudorosa se abría paso. Jazmín levantó el rostro, observando a Cristal también en el suelo, abriéndole las piernas para lamerle el coño. Las succiones eran duras, la lengua de la maliciosa joven hacía a nuestra protagonista gemir levemente ante los lengüetazos en forma de S en sus féminos labios.

Vió venir nuevamente a Genaro, quien traía el condón recientemente utilizado;

-Abre la boca mi amor –acotó casi de manera dulce, agarrando de su mandíbula, metiendo el condón lleno de semen-Vamos, mastica, así aprendes a tomar el gusto a tu nuevo desayuno... –finalizó sonriendo, atajándola de su mandíbula, mientras Ogilvy la filmaba cuando masticaba con la boca abierta el condón, entre inconsolables sollozos al tiempo en que Cristal seguía lamiendo insistentemente el coño.

El arma lo volvieron a reposar en la frente;

-Traga niña –ordenó Genaro.

Lo hizo, asqueada y siempre ayudada por la mano de Genaro que seguía sosteniendo la quijada. De golpe Jazmín gimió más fuerte de lo usual, Cristal le proporcionaba un exquisito placer basándose en lengüetazos.

La maliciosa joven levantó la vista, colgándole de entre sus labios el semen que el perro había dejado;

-Mmmm –decía mientras recogía con sus dedos, lamiéndolos todos para saborearlo- delicioso... -sonrió

Y mientras Jazmín orgasmaba impotentemente, sumida en su vergüenza e incapacidad, no pudo evitar recordar aquellos últimos sucesos que la marcaron para caer en esta violenta trampa:

**********

Fue en aquel funesto sábado en donde comenzó todo. Enorme deleite fue la reacción de Genaro al verla en tempranas horas de la mañana, saliendo de su apartamento, ahondada en su felicidad y belleza en tan delicado vestido rojo que le desatacaban sus curvas, burlándose inocentemente que no irían a una cena formal, sino al campo. Ella sonreía, subiendo al auto.

Habiendo viajando horas en el coche, atravesando las rutas, adentrándose en desoladores bosques, siempre enfrascados en sus conversaciones, toqueteos repentinos y risas. Por fin llegaron, la casa de campo era en verdad muy lujosa pese a estar prácticamente en medio de la nada, dos pisos y de hermosos adornos rústicos.

Jazmín nunca olvidará al gigantesco Ogilvy, quien se les había presentado ni bien bajaron del auto frente a la cabaña. Como la miró, comiéndola con sus ojos;

-Quítate la ropa –ordenó el gigante cuando la pareja descendió.

-Que?! –su rostro asqueado, estaba presta a abofetearlo cuando Genaro la interrumpió;

-Ya lo oíste... - y Genaro entró a la cabaña, dejándola frente al enorme individuo.

Con sus fuertes brazos la hechó en el gramado, ella con el rostro horrorizado, lentamente había empezado a razonar en qué tipo de engaño pudo haber caído.

Ogilvy ya arrancaba de un tirón el vestido, exponiendo sus blancos senos. Respiraba entrecortada, retrocedía allí en el suelo, pero ya el hombre la tomó de los pies, arrastrándola hasta frente la cabaña;

-Aquí no entrarás con ropas... -y arrancó las últimas telas que la cubrían.

Aquel vestido que con tanto celo había conseguido, estaba hecho ruinas, cayéndose los pedazos en el sucio suelo del bosque.

Presa del susto, intentó ocultar sus partes privadas con una mano, mientras que ocultaba sus senos con el otro brazo, corriendo para nuevamente la ruta, gritando desesperadamente.

Pero aquel gigante no tardó en recuperarla, amarrándola de un brazo, blandeándola;

-No tiene sentido pedir auxilio puta!– dicho esto, un pañuelo bañado en fuerte olor, pegándose en su rostro la hizo caer impotentemente a oscuras.

Había caído en la trampa...

**********

Un perruno aullido lejano la hizo despertar, apenas se levantó y ya sentía su recto y vagina arderle enormemente. Se sentía asqueada, con tantos líquidos extraños bañándola. El cuarto estaba vacío, no estaban las cámaras, ni mucho menos sus tres captores.

Se acercó a la puerta, estaba abierta. Apenas abrió, ojeando lo que pareciera ser la sala de la cabaña. Allí los vió, a los tres, durmiendo en el sofá entre latas y latas de cerveza con la chimenea iluminando levemente el lugar. Pareciera que por fin la suerte le brillaba... pareciera.

De puntillas atravesó la sala, aguantándose los ardores propios de tantas vejaciones, notando que los tres estaban demasiado dormidos. Salió en el oscuro bosque, apurando el paso, recogiendo de entre el gramado las telas del vestido que Ogilvy había destrozado aquella tarde en que arribó al lugar.

En el horizonte sólo veía el sombrío bosque, y reuniendo valor, se adentró a lo desconocido. Y era mucho mejor que quedarse en aquella cabaña en donde conoció los más bajos instintos humanos, aguantándose las piedrecillas y ramas que punzaban sus descalzos pies.

Los fríos vientos la hicieron tiritar, su ropa apenas cubriendo y partiendo a lo desconocido. Pero Jazmín estaba apenas sonriendo, producto de la reciente libertad adquirida. Halagüeña libertad que con la suerte de ésta mujer, quedaría prontamente destrozada...

(Horas después)

Un carro policiaco andaba recorriendo las desoladoras rutas de entre los bosques, eran horas de madrugada y volvían para la central. Los tres oficiales acallaron sus risas y conversaciones cuando en medio de la ruta aparecía una fémina figura en posición fetal, tirada al suelo.

Pararon el auto, iluminándola con las luces, bajando para observarla.

Uno de ellos se acuclilla, era una blonda, temblaba del frío y estaba apenas cubriendo sus partes íntimas con harapos rojos.

-Estás bien? Quién eres?

No le respondía, tenía la mirada entristecida al pavimento.

Otro se le acercó, estrechándole abrigo. Ella alzó la vista, mirándolo a los tres;

-J... Jazmín...

Se acercó de improviso un auto, ella giró la vista, quedó con el corazón en la boca al ver el coche de Genaro. Se levantó bruscamente, abrazando a uno de los oficiales.

Genaro bajó del coche, saludando a los oficiales, que no tardaron en responderle;

-Cómo está mi capitán!

Jazmín quedó estupefacta;

-Capitán? Este hombre me secuestró!!!

-Muchachos –cortó Genaro- es la hija de los Pardubice...

Uno de los oficiales rió socarronamente;

-Y se te escapó? Menos mal la encontramos primero!

-Bueno, como recompensa de haberla recuperado, ya saben qué hacer... –habló Genaro

Ella no entendía, la arrojaron al suelo pavimentado, y desde allí los observó a las tres personas que pensaba eran su salvación bajándose los pantalones con miradas sedientas de sexo.

Ella retrocedía con el rostro de pavor;

-Cómo es posible!? –sollozó

Los tres se abalanzaron hacia ella, nuestra desdichada protagonista no podía concebir tanta corrupción, tanta avaricia sumiendo incluso a los policías, a todos. Traicionada por el hombre que amaba, sumida en una orgía de policías corruptos, arañándolos, gritando de las impiadosas penetraciones que atravesaban sus destrozados accesos.

-Esto parará cuando tus padres paguen, preciosa!-gritaba Genaro-luego volveremos a la cabaña!

Antes de que una verga acalle sus imploraciones, sólo atinaba a sollozar como era posible tanta codicia, tanta desdicha... tanto dolor. Ella estaba experimentando la verdadera aspereza de este impiadoso lugar.

Uno de los oficiales la tomó del desconsolado rostro;

-Y dime bella, dónde crees que estás? En un mundo de rosas?...

Lo último que sentía eran las vergas abriéndose pasos en su ardorosa vagina una, y maltrecho recto otra, luego uno más la acallaba todas sus súplicas. Dolor, todo oscuro nuevamenteImpotencia...

Un hombre bajaba de un lujoso auto, frente al hospital local, asediado por los periodistas, en la que las luces de los flashes eran cegadoras en aquella fría noche. Su bata blanca y cuidada imagen daba la acertada impresión de ser un doctor. Ante los acosos de los periodistas que llenaban el estacionamiento, éste hacía caso omiso, entrando a la clínica.

El doctor caminaba por los pasillos del hospital, saludando a sus compañeros para luego entrar en un de las tantas habitaciones.

-Cómo estas? –saludó a una joven que yacía en una cama, mirando el televisor.

Se sentó a un costado de la cama, agarrándola de la mano,

-Vinieron tus padres, Jazmín...

-No los quiero ver...

-Siempre con el rencor?

-Tardaron dos meses en pagar el rescate...

-Tal vez estuvieron juntando todo el dinero –mintió, a sabiendas que sus padres no querían costear el rescate, ya que esperaron infructíferamente que los oficiales encuentren primero a los culpables antes de pagar.

-Tienen todo el dinero del mundo, esperaron dos meses doctor! Dos meses! –sollozó.

-Tranquilízate bonita...

-Sabes lo que han hecho de mí en esos dos meses!? Y todos lo vieron en la red! –sus lágrimas eran más notables.

-No es necesario que me lo recuerdes, no es sano para ti volver a esas pesadillas. Hoy vine por otro motivo. Atraparon a los culpables...

-No son ellos –escindió- no sé a quienes agarraron, pero ya he dicho quienes fueron...

El doctor acercó una mano a consolar las lágrimas de Jazmín;

-Cariño, nadie podría creer que un héroe policial te ha secuestrado, mucho menos si has estado involucrada sentimentalmente con él... casi te internaron en el manicomio por ello.

-Váyase! –gritó, cruzando los brazos en la cama donde estaba postrada.

El doctor bajó cabeza, retirándose. Una vez sola, sus lágrimas fueron incontenibles. Sabía que nunca la creerían, los que habían recogido pruebas, investigadores, policías, todos estaban involucrados. Aquella astronómica suma fue repartida entre los tantos implicados, sin posibilidad siquiera de demostrar lo que Jazmín decía.

Su frágil personalidad, su carismático actuar, sus dulces e inocentes retozos se habían convertido en llantos interminables, desconsolados y desgarradores.

Los horribles sucesos que vivió la cambiaron para siempre, sabía, sumergida en su desdicha, a sabiendas de la enorme corrupción que imperaba, que nadie puede esperar un final feliz de cuentos de hadas. Al menos en aquella ciudad, al menos en este mundo.

Hundida en lágrimas, supo que el mundo no era lo que ella había pensado. Era mucho peor... por lejos infame. En aquella búsqueda de independencia, cayó bajo las más viles garras... de esta cruenta humanidad...

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Todo asombroso