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La crisis me metió en la peor humillación

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Ante de nada, contaros que soy Javier, a mis 35 años pensaba que ya había cumplido con mis metas en la vida, cuando a mis 16 años deje de estudiar y me dedique a machacarme en el gimnasio y a formarme como monitor de gimnasio tenía como objetivo montar un negocio propio que me permitiera no tener que trabajar para nadie y tapar la boca a todos los que se rieron de mi por abandonar el instituto y no darme mucho futuro; pero la vida me sonrió porque por un préstamo, de esos que ahora no dan, monté mi propio gimnasio, pequeño pero que me permitía al principios con colegas y luego con clientes del barrio empezar a ganar algo de dinerillo para empezar a vivir solo fuera de la casa de mis viejos.

Poco a poco amplié el préstamo para pillar casa y empezar a ampliar el gimnasio, a mis 25 años ya había logrado cumplir varias metas; si andaba mal de dinero, no me faltaba curro de portero en varias discotecas de la ciudad y así no debía de preocuparme de muchas cosas. Tan solo encontrar una pareja estable para dejarme de polvos de una noche que no me aportaban mucha estabilidad. Una noche mientras trabajaba y tonteando con un grupo de niñas conocí a Ana, una chica de 19 años, un poco joven para mi, pero que tenía un cuerpo de escándalo y unas tetas de infarto, pero fue su espíritu rebelde lo que más me enganchó a ella, tan rebelde como lo era yo a su edad, pasaba de estudiar, quería vivir libre de padres y la gustaba todo el rollo del gimnasio, me vi reflejado en ella y pensé que era al tía ideal para compartir mis cosas.

No fue el sexo brutal que tuvimos esa noche, sino como al día siguiente, en la cama mientras se apoyaba en mis pectorales me decía lo que me admiraba por todo lo que había conseguido, era como haber logrado una meta; no os explico lo fácil que fue convencerla para que se viniera a vivir a mi casa, luego me ayudara en el gimnasio, abriéramos una cuenta corriente juntos y finalmente decidiéramos casarnos, pese a diferencia de edad, la gente nos veía como encajábamos y sin las familias con alguna gente del gimnasio como testigos decidimos formalizar nuestra relación.

A partir de entonces siempre la cuide como una reina, por el gimnasio solo la dejaba ir para entrenarse y verla darse caprichos me encantaba, disfrutaba presumiendo con los clientes de la mujer de categoría que tenía y en casa era lo suficientemente morbosa como para olvidarme de salir por ahí con colegas; sabía poner un punto de picante a cada momento en casa y darme la autoridad que sabía me gustaba; se arrodillaba ante mi para que gozase con ella y su escultural y juvenil cuerpo hiciera las delicias de mis fantasías, no nos privábamos de nada y me dejaba comprobar juegos que pocas mujeres se dejan; incluso en algunos momento llegue a pensar que sus perversiones me superarían y no podría seguir en su nivel.

Ella mientras me asesoraba, me incentivaba para arriesgar y apostar por mi instinto: que el gimnasio no daba todos los beneficios que podía dar, que podía invertir más en él y así mejorar nuestro nivel de vida; pero las hipotecas en vigor impedían pedir más, así que la única solución era buscar socios, y no era fácil, con nuestras familias teníamos el contacto roto, cada vez me había alejado de mis amigos de la infancia y casi no tenía contacto, tan solo los clientes del gimnasio eran con los que mantenía un contacto mas cercano para sugerirles una idea, pero no me atrevía.

Al cabo de unos meses, Ana se mostraba disgustada por mi ineficacia para dar el paso de mejorar nuestras situación, cada vez me obsesionaba más la idea de que viera como un fracasado, más aún que me considerara uno más y perdiera mi atractivo, mi cuerpo musculado y mi carácter duro ya no eran suficientes, quería un tipo emprendedor y con éxito, tanto para darle cada vez más caprichos y poder regocijarse con su familia de lo bien que hizo pasando de ella, al igual que hace unos cuantos años ya hice yo.

En pequeños gestos visualizaba su desprecio hacia mi falta de acción y decidí hablar con algunos clientes, al principio no encontré ninguna receptividad, invertir en mi negocio no les parecía atrayente y más cuando sabían la manera personal con que lo llevaba; cuando ya no veía la posibilidad de tener socios para meter sauna, masajes y otros servicios que mejoraran las cifras, un grupo de clientes nuevos que me habían escucho tratando el tema me dijeron que están interesados, eran un grupo de chavales que se dedicaban algo de informática y que sabía habían ganado algo de dinerillo con Internet, pero que no imaginé que diera para meterse en un tema así.

Como ocurre en muchos gimnasios, los mayores desprecian a los jovencitos que aparecen con ganas de pavonearse y de parecer que se van a poner a tope para parecer los más duritos del barrio, así que estos chavales desde el principio los miré con cierta altanería y no les presté mucha atención, incluso alguna vez les había recriminado que ocuparen mucho tiempo alguna maquina impidiendo a otros utilizarla, por todo ello, me sorprendió que se interesaran en echarme una mano y apostar por ser mis socios.

Pero aunque la idea no me fascinaba mucho, Ana tardo poco en convencerme de que sino aceptaba es que me estaba haciendo mayor y con pocas ganar de prosperar, sabía mi punto débil y lo aprovechó, no tenía casi a nadie más de confianza para comentárselo y cuando ellos me dijeron que la oferta era limitada en tiempo, accedí a quedar con ellos y un amigo suyo abogado para firmar su incorporación al negocio, pero eso sí, gestionándolo yo con plena autonomía, ante lo cual no se opusieron y firmé los papeles.

La verdad es que fue bien la cosa, ellos ganaron en el gimnasio en reconocimiento, aunque seguían acudiendo juntos y no se relacionaban con otra gente; tan solo a fin de mes tenía una reunión donde les decía como iban las cuentas, y como los nuevos servicios empezaban a arrojar beneficios.

Con el paso del tiempo todo iba mejorando, y las reuniones la teníamos en mi casa para que Ana pudiera deleitarse con el éxito empresarial que yo tenía, y que ellos comprobaran la clase de socio que tenían. Empecé a trabajar más duramente mi musculatura, apuntarme a certámenes y adquirir una dimensiones desproporcionadas que llamaran la atención de todos, quería presumir, mi ego había crecido mucho.

En plena ola de suerte, apareció la puta crisis, primero unos clientes que se desapuntan, luego la falta de nuevas inscripciones y finalmente los que se mantienen que no te pagan, total, es necesario tomar nuevas medidas y me doy cuenta que no estoy preparado para afrontar las deudas y menos aun para decirselo a Ana o cortarle el grifo de los ingresos; toda una tragedia que mis socios no tardaron en empezar a notar y a reclamar soluciones.

Tome la postura más fácil y cobarde, refugiarme en la musculación de mi cuerpo y pensar que todo se solucionaría de alguna manera, pronto todo mejoraría y que llegaría dinero y clientes cuando menos me lo esperara; pero cuando desde el banco recibí la llamada del director y de su voz escuche palabras que implicaban el derrumbe de todo por lo que había luchado, me hundí y me puse nervioso.

No sabía que hacer, todo era muy raro, y decidí convocar en mi casa una reunión para contar a todos mi problema, incluida Ana.

Esa tarde bebí un poco para que pudiera soltar todo sin problemas: no hay dinero, hay deudas y esto va a pique… la cara de ellos no se inmutó, debían de intuirlo, pero la cara de Ana era de cabreo, tanto por enterarse así como por haber acabado nuestro patrimonio en estas circunstancias.

La verdad, me temía que me dejara allí en ese momento, que esas bromas suyas de decirme que si me hundía ella no iba a estar conmigo, ahora lo veía como algo probable y posible.

En medio de la tensión de la reunión, los chavales sacan un papel y me lo muestran, con los nervios no podía leerlo y lo cogió Ana, lo leyó más que atentamente y al final, miró con una sonrisa picara a los chavales y les dijo sois unos cabrones, para luego mirarme y decirme, esto te pasa por entupido, yo que tu aceptaba antes de hundirte del todo.

Uno de los chavales se levantó y me dijo, te resumo lo que hay en el papel, te ofrecemos la posibilidad de que nos pases tus deudas a cambio de cedernos el gimnasio, tu casa y de depender de nosotros plenamente; me quedo mirándole y le digo " joder pues está muy bien, el gimnasio es vuestro con la deuda y si nos dejáis quedarnos en la casa mientras buscamos otro trabajo o negocio nos habéis salvado la vida, pero lo de depender no lo entiendo, pero da igual"

Fue mirar a Ana con cara de felicidad y ella responderme con cara de decepción, y me dijo: " pensaba que no eras tan bobo, ellos te salvan el culo de ir a la carcel por las deudas y a cambio vas a tener que renunciar a todo por ellos, serás su perrito faldero"; uno de ellos se levantó y dijo, vamos a aclararos nuestra propuesta: si decidimos invertir inicialmente era para limpiar un dinero que no podíamos de otra manera, nadie sospecharía de meter un dinero que no tenía un origen muy legal en un gimnasio, además no había vínculos de ninguna clase contigo que hicieran sospechar a Hacienda; siempre nos caíste mal, los chuloputas como tú dais asco y encima los que sois tan tontos como tú solo me producen ganas de daros vuestro merecido; ahora no te estamos ofreciendo un salvavidas, todo lo contrario, te ofrecemos cogerte más de los huevos, todo lo que tienes nos va a pertenecer y para pagar los plazos de tus deudas, como te ha dicho tu mujer, mucho más lista que tú, tú nos vas a compensar estando a nuestra plena disposición.

No daba crédito, me la habían colado de lo lindo, pero mi cabeza decía ni loco aceptar el ofrecimiento, mientras mi cuerpo se estremecía por el riesgo de no coger esa oportunidad, ante mi duda Ana intervino.

Se acercó a mi, me dijo: veo que te lo estás pensando y voy a aclararte una cosa cariño, yo no pinto ya mucho contigo, como las deudas son de los dos, decide si quieres tenerme cerca o que tenga que denunciarte por que me estafaste, ya que seguro estos chavales alegarán lo que yo les diga con tal de verte solito y jodido.

Vi como confraternizaba con ellos, como había confianza, y al ver que no decía yo nada, uno de ellos dijo: Ana se sincera y ayúdale a responder, es bueno que lo sepa; miré a Ana buscando una respuesta, no entendía nada, ella pensativa valoraba lo que el otro había dicho, me levanté y la grite: explícate.

Fue el ultimo grito que dí, porque cuando dijo que dos de mis socios se habían convertido en sus amantes mientras me iba de certámenes y que ella estaba más a gusto con ellos que conmigo, me desplomé.

Esa tarde firme los papeles y me fui con el coche a una discoteca de carretera a emborracharme hasta perder la conciencia.

Fue al día siguiente cuando con un dolor de cabeza de resaca infernal, Ana me sacó de la cama porque había visita, eran ellos, mi nueva vida "a su disposición" había empezado.

Estaban el sofa de casa tomando algo, entonces Ana me dijo, he hablado con ellos de cómo será todo y yo por mi parte he aceptado el trato, y teniendo en cuenta que tu ya no tienes voz.

Fui a hablar cuando uno de ellos me dijo: tú a partir de ahora, no dices nada, tú no tienes voluntad, eres de nuestra propiedad, te costará entenderlo pero si dudas nuestro abogado se encargará de acojonarte.

Asentí con la cabeza, para gusto de ellos que vieron que entendía el mensaje.

Entonces me dijeron que había tres instrucciones iniciales:

la primera, que tendría prohibido coger una pesa, a partir de ahora dejarían que perdiera el vigor que tenía, así para evitar tentaciones, luego me prepararían para evitar ningún contratiempo, ahora quedaría a su disposición;

la segunda, que Ana no mantendría conmigo ninguna relación sexual, solo con ellos, que viviría aquí conmigo pero nada más, en la casa se viviría como ellos dijeran;

que me dirigiría con respeto a ellos como si fueran mis jefes y aceptaría cualquier trabajo o obligación que me mandaran;

Uno de ellos se acercó y me dijo al oído: dinos gracias por haberte dado estas ordenes; con mucha rabia, opté por decirlo; mis brazos podrían haberle estrujado pero la situación me sobrepasó, no era normal que nos les destrozara con mi potencial fisico, pero era consciente que no sacaría nada en claro.

Uno de ellos, el que el día de antes me manifestó la antipatía que me tenía, se acercó a mi y me dijo, hoy te vendrás conmigo y mataremos dos pájaros de un tiro, por un lado traerás dinerito a casa y te pondremos en tu lugar.

Me mando ponerme el chándal de entrenar al gym y me dijo q bajara al coche que nos íbamos a ir; me llevó a un polígono industrial, donde casi no había gente, excepto en una nave, donde se notaba ambiente, entramos por la puerta de detrás a unas habitaciones, nada más verlo supe donde estaba, yo mismo en el gimnasio había hablado muchas veces con los clientes sobre esta actividad: peleas clandestinas donde la lucha libre casi sin reglas, la gente apuesta y casi hay que machacar al rival para ganar.

Me llevó a una habitación donde estaban los luchadores, la mayoría de países del este, dispuestos a ganar un dinerito por dejarse linchar, el único consuelo era que parecían menos fuertes que yo, me vi en condiciones de cargarme a mi contrincante y no sufrir mucho.

Me quite el chándal y me puse un boxer de lucha que de dieron, entonces oi anunciar mi nombre para el próximo combate y que apostaran, nos sacaron para que nos vieran a la pista, y la gente no dudo en invertir por mi; cuando volvimos a los vestuarios para prepara el combate vi como mi socio estaba apostando un dineral por el otro, lo que me dejó estupefacto, y se dirigió hacia mi con un vaso, me dijo bebe, sin decirme que era, pero nada más tomarlo noté como mi cuerpo se hacía pesado y perdía algo de reflejos, mientras hablaba con mi contrincante riéndose.

Al salir y luchar, en menos de un minuto había recibido mucho más de que yo había podido responder, me estaba convirtiendo en un guiñapo del rival, recibía por todos lados y mi músculos ya casi no podían resistir sus envites y en poco mi cara era el reflejo de su furia, no sentí nada hasta que el arbitro paró el combate y entre cuatro me llevaron al vestuario, allí estaba mi socio contando el dinero que había ganado.

Me quede drogado un rato, sin enterarme de nada, hasta que desperté en el coche, íbamos a otro sitio antes de casa me dijo, nada más ver que volvía en si, que no me preocupara del sueño que eran por los calmantes para soportar el dolor de las heridas por los golpes.

Paró en una tienda de belleza, y me mando entrar, las dependientas que debían conocerle, le saludaron efusivamente, y el les dijo que aquí traía a su amigo, me pasaron a una habitación y se fueron a por unos materiales, mientras se acercó a mi oído y dijo: creo que si estás tatuado no puedes volver a participar en un concurso de los tuyos; no podéis imaginar como me sentó eso, menos mal que mi cuerpo dolorido no podía casi moverse, sino mi orgullo hubiera saltado contra él sin duda alguna.

Allí tumbado me quitaron la ropa para dejar mi cuerpo desnudo y hacerme algo de lo que no era consciente, les dijo reservadamente que tenían que hacer mientras él se marcha, seguro que a mi casa, y lo peor, a jugar con Ana, a aquello que tenía yo ya prohibido.

Entro la dependienta y me dijo: espero que te portes bien, voy a tardar poco…

Esta parte 1, contiene poca actividad sexual, pero es solo la introducción…

Espero comentarios y sugerencias

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Exelente relato por favor continua que mas paso?!

Todo asombroso