Video Relato

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La mejor mamada

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Como todas las noches a la misma hora, mi enorme miembro volvió a endurecerse, "una pena", pensé, "una pena no tener a nadie con quien compartir este precioso instante", no quería pajearme, porque me iba a volver a quedar dormido tras la paja y mañana no recordaría nada.

Al cabo de un rato de sentir la dureza de mi pene, me empezó a doler porque la ropa interior me molestaba, así que me deshice de todo lo que era un estorbo para mi miembro, y duro y liberado como estaba, la sábana que me cubría el cuerpo para que nadie viera mis intimidades, se levantó formando un montículo bastante prominente.

Momentos más tarde me quedé dormido y comencé a soñar:

Ví que una figura femenina pasaba por la puerta de la habitación, sintiéndose asombrada por la enorme "montaña" que había en el centro de la cama.

Como la curiosidad es algo que no se puede evitar, entró para comprobar de qué se trataba, aunque algo intuía, ya sus pezones estaban duros.

Disimuladamente levantó la sábana por el final de la cama, metiendo sus manos y cabeza entre mis piernas que estaban totalmente separadas, no tuvo que hacer mucho esfuerzo, con el tacto, tocó mis huevos, con mucha suavidad, para que no despertara, y se percató de que estaba desnudo, eso la puso a 1000 por hora, como pudo con una mano, se bajó las bragas.

Mientras, con la otra mano consiguió alcanzar mi miembro erecto, y empezó delicadamente a hacerme una paja, y con su otra mano se autocomplacía masajeándose su clítoris.

Después de un rato con la paja, notaba que mi pene se secaba con el roce de la sábana, así que tenía que humedecerse los dedos y la mano completa, los masajes en su clítoris eran tremendos, su respiración comenzaba a ser más acelerada y ruidosa, para callar los síntomas de su bestial corrida, pensó que lo mejor era taparse la boca, y ¿qué mejor tapón que una bien dotada polla?

Así fue que de un pequeño impulso colocó la boca a la altura de mi pene, levantó sus caderas y volvió a acomodar su pajillera mano en su coño mientras su boca se deleitaba con mi polla.

Tras conocer el interior de sus intimidades (era la primera vez que sus dedos llegaban tan profundo), con su lengua mojaba toda mi polla que estaba un poco reseca, primero la pasó de abajo arriba, deteniéndose a la altura del frenillo, tras bajar el prepucio se entretuvo en dicho frenillo que tanto placer da a quien lo tiene,.

Sintió que mi respiración se aceleraba, intuyendo que me iba a correr, se detuvo poniendo el capullo de mi polla en su boca mientras apresuraba sus movimientos vaginales, fue una segunda corrida espectacular la suya.

Continuó con los movimientos mamatorios de su boca, ahora se introducía el pene completo, llegándole a la garganta, una mamada espectacular, se detenía en la punta y besaba el capullo, lo lamía, y lo mamaba, a veces de forma suave, otras veces más rápidamente.

En cierto momento entendió que tenía absoluto control sobre mi polla, así que pensó en hacerme correr mientras ella se corría al unísono. De esa manera empezó una mamada increible, chupando y deteniéndose cada dos por tres, y lo mismo en sus partes bajas, ya se metía los dedos como de repente se paseaba por su chorreando clítoris a tremenda velocidad.

Cuando sintió en las pulsaciones de las venas de mi pene que era imposible detener mi corrida, los movimientos dentro de su vagina se precipitaron, y la boca era un pistón que no paraba de moverse, hacia arriba y hacia abajo, en pocos instantes comenzó a tragarse todo el contenido de mis huevos saliendo de mi polla, no dejó ni gota, su corrida fue descomunal, sintió su mano chorreando por el placer emitido por su coño.

Por la mañana, desperté muy agusto, sentía como si el sueño hubiera sido algo real, no quería que se me olvidara, y con lápiz lo plasmé en un papel, como era inevitable, me empalmé de nuevo y tuve que hacerme otra paja, esta vez me limpié en los slips.

Me incorporé para ir a desayunar y cuando miré a la cama, vi que a la altura de los pies, había una pequeña mancha de sangre, eso me hizo pensar, sobre si fue un sueño o qué sería esa mancha de sangre.

Ya estábamos alrededor de la mesa cuando aparece mi sobrina de 14 años muy contenta y feliz, que se sienta enfrente mía en la mesa.

Mientras desayunábamos, mi sobrina comenzó a contar que había tenido un sueño, un sueño en el que subía a una montaña y tras sofocar una lluvia fina el calor que hacía ese verano, había visto salir el arco iris, con sus intensos colores, y el que más le gustó fue el rojo, el rojo sangre...

Ahí es donde lo comprendí todo.

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Todo asombroso