Video Relato

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Descubrí a mi madre como amante, por fin

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Desde que vi el video en que mi madre y nuestra vecina follaban con el hijo del frutero, mi madre no era la misma para mí. Ella seguía comportándose conmigo de la misma manera, cariñosa y atenta, pero cuando la observaba mi mente se inundaba con las imágenes de su cuerpo desnudo, de su coño siendo invadido por la polla de aquel tío.
Era más distante con ella, no porqué estuviera enfadado, tampoco me había causado un trauma que mi madre lo hiciera con alguien que no fuera mi padre, pero a veces me sentía muy atraído por ella y no lograba entenderlo.
Pero, aparte mis sentimientos hacia mi madre, mi objetivo era tener mi primera relación con Maite, la madura vecina de arriba que tenía bastante experiencia, como pude ver en el video. No se me ocurrió otra manera más que ser desagradable con mi madre, chantajeándola con aquella película para que consiguiera que nuestra vecina lo hiciera conmigo.
Cuando le conté que había visto la película en la que las dos tenían sexo con el joven, ella se puso a llorar totalmente nerviosa, entonces no fui capaz de apretarle más.
-Mami, tranquila, - le dije acariciando su pelo – simplemente quiero que me ayudes para que pueda tener sexo con Maite, desde que la vi la primera vez me gusta mucho y quisiera que ella fuera la primera y que me enseñara.
Mi madre no llegó a tranquilizarse del todo, pero se calmó cuando le explique mis intensiones. Por supuesto que le prometí que guardaría su secreto y que podía confiar en mi todo lo que quisiera. Después de casi una hora de conversación mi madre parecía más tranquila. Entonces me dijo que vería la forma de proponérselo a la otra y, si aceptaba, cómo lo haríamos.
Pasaron varios días y nuestra relación se fortaleció gracias a la confianza que le había mostrado a mi madre, pero cada vez que la veía volvía la imagen de su cuerpo desnudo. Por supuesto que no le dije nada de que había hecho una copia de la película y que muchas noches me masturbaba viéndola follar.
Era un miércoles por la tarde, mi padre estaba trabajando y mi madre vino a mi habitación para comunicarme algo que él le había contado por teléfono. Él se marchaba el viernes por la noche con unos amigos de cacería y no volvería hasta el domingo.
-Voy a hablar con Maite para que en este fin de semana puedas tenerla, - me dijo en voz baja como si nos pudiera escuchar alguien – ya le he hablado un poco del tema y parece interesada, así que prepárate para el fin de semana…
Desde aquel día no pude concentrarme en mis estudios… en nada, sólo tenía en mente la posibilidad de tener sexo por primera vez… y con aquella mujer que dormía en el piso de arriba, una mujer que me excitaba desde la primera vez que la vi.
Y por fin llegó el viernes. Sobre las diez de la noche mi padre se marchó. Entonces quedamos mi madre y yo solos. Estaba impaciente y lo primero que hice fue preguntarle si había aceptado nuestra vecina.
-Tranquilo cariño. – Me dijo acariciando mi pelo. – No te preocupes, ahora voy a darle un telefonazo. Me dijo que estaba impaciente por tener a un joven como tú y que además fuera virgen.
Entonces llamó y Maite ya estaba preparada. Mi corazón estaba totalmente acelerado. En menos de cinco minutos sonó la puerta y mi madre abrió. Entró nuestra vecina y cuando pasó al salón pude ver lo maravillosa que estaba.
-¡Hola cariño! – Me dijo rodeándome con sus brazos por el cuello y besándome en la mejilla. - ¡Vaya, te has vuelto un tímido!
La verdad es que estaba muy excitado, pero aún más nervioso. Temblaba como un flan y no sabía bien que hacer.
-Tranquilízate… - me pedía ella pero no me podía controlar – Ven acompáñame. – Me agarró por la mano. - Ahora te lo devuelvo… - le dijo a mi madre
Me llevó de la mano hasta la habitación de mis padres, me tumbó en medio y empezó a desnudarse poco a poco y de forma sensual. Yo estaba muy excitado y no sabía si me correría en cuanto me tocara. Aquella mujer era impresionante, su cuerpo, sus movimientos, todo en ella me provocaba y deseaba entrar dentro de ella.
Se quedó con la ropa interior puesta y empezó a desnudarme. Me quitó la camiseta que llevaba y después bajó hasta mis pantalones, los desabrochó y me los quitó. Quedé en calzoncillos allí en medio. Entonces buscó algo en la ropa que se había quitado y se acercó a mí con una especie de pañuelo oscuro.
-Cariño, te voy a hacer una mamada, pero para que disfrutes más te vendaré los ojos y así no sabrás por que lado voy a lamerte. – Me dijo y me privó de la vista con aquella tela.
Entonces sentí como se movía por la cama para colocarse sobre mi polla. Fue increíble cuando sentí la boca de Maite que envolvía mi pene y se lo tragaba entero. La había visto hacerlo en la película, pero sentirlo era diferente. Tan excitado estaba que tenía ganas de correrme.
-¡Que bueno! ¡Tengo ganas de correrme! – Le decía yo.
-¡Espera un poco más cariño!
Hice todo lo posible por aguantar. Mi pene estaba más duro de lo que nunca lo había sentido, las succiones que aquella madura me daba me estaban volviendo loco. Sentía su mano que me acariciaba los testículos mientras mi glande era rodeado por la habilidosa lengua de mi vecina.
-¡No puedo más! – Dije en una especie de grito.
No dijo nada, aumentó la velocidad de las mamadas y la fuerza de las chupadas, consideré que aquello era una invitación a que descargara todo mi semen en su boca. Me tensé y mi pene descargó el semen que se depositó en la boca de mi madura amante y fue tragado. Empecé a convulsionarme con cada succión que me daba y la agarré por la cabeza para pararla mientras con la otra mano me quitaba la tela que me impedía verla.
-¡Dios! – Grité y boté a ver como mi polla salía de la boca de mi madre. – Pero… esto… - No sabía que decir.
-Tranquilo cariño, no pensarías que le iba a quitar a una madre el placer y el honor de ser la primera amante de su hijo… - dijo Maite que estaba más excitada que nosotros al vernos tener sexo.
-¿Te ha gustado? – Me preguntó mi madre sin dejar de acariciar mi pene mostrando incertidumbre al no saber cual sería mi reacción.
-Sí, pero me he asustado al verte, creía que era Maite y me ha impresionado verte… - le dije.
Entonces mi madre se levantó de la cama. Permaneció de pie y nos mirábamos a los ojos. Yo no sabía que hacer, una cosa era imaginar a mi madre teniendo sexo conmigo y haciéndole todo tipo de cosas y otra muy diferente la que acababa de pasar. Pero veía su hermosa cara de ojos claros y su vuluctuoso cuerpo y me invadía el deseo de amarla por completo.
Ella me miraba como pidiendo perdón al darse cuenta de lo que había hecho. Me había mamado mi polla y se tragó todo mi semen, pero el hecho en si no era lo que realmente le preocupaba a ella, lo que más le inquietaba era que en todo momento había disfrutado de aquella relación incestuosa. Disfrutó hasta que vio mi cara al descubrir que era ella. Eso la trajo de nuevo a la realidad de sus actos y se empezaba a sentir mal por no habérmelo propuesto antes.
Sentí que mi madre se iba a echar a llorar y de un bote me coloqué en el filo de la cama, la abracé por la cintura y apoyé mi mejilla contra su vientre. Ella me acariciaba el pelo.
-¡Perdona hijo! – Me decía con un tono triste. – Te lo tenía que haber preguntado antes…
-Ha sido mejor así, primero me he asustado, pero la verdad es que desde que te vi en el video te deseo.
Bajé las manos por el cuerpo de mi madre y empecé a acariciar su redondo culo. La miré a la cara y tenía una preciosa sonrisa.
-¡Quiero amarte mamá! – le dije.
-¡Hoy seré toda tuya! – me contestó.
-Creo que debo irme. – Dijo Maite que estaba de pie junto a nosotros viendo la escena. – Raquel, mañana me dices qué tal amante es tu hijo…
-No Maite, - le dije agarrándola por el brazo – te necesito. Voy a amar a mi madre y quiero que disfrute todo lo posible, pero todavía no lo he hecho nunca y necesito que tú me indiques que debo hacer. – Se detuvo y tras pensarlo un poco accedió a mi petición. – Enseñarme las dos a amaros a la vez.
-¡Vaya con mi niño! No se conforma con una, no, quiere tener a las dos. – Dijo mi madre. - ¿Qué opinas Maite?
-Es el hijo de una buena amiga, así que debemos de enseñarle todo lo que necesite y lo mejor posible…
Desde ese momento todo me parecía un sueño. Busqué el cierre de la falda de mi madre con las manos y la desabroché. Por mi espalda, Maite caminaba de rodillas sobre la cama y me abrazó para acariciarme por detrás. Dejé caer la falda de mi madre y apareció ante mí su sexo cubierto por unas bragas blancas de encaje que permitían distinguir sus oscuros pelos. Una mano la pasé por dentro de sus bragas y acaricié su culo, mientras la otra levantaba su camisa y empecé a besar su carnosa barriga. Mi madre me acariciaba la cabeza y ronroneaba cómo una gatita en celo.
-¡Creo que nuestro jovencito necesita pocas explicaciones! – Dijo Maite mirando a su compañera de cama.
Volví la cabeza hacia atrás para mirar a mi adorada vecina y su lengua inundó mi boca en un profundo beso.
-¡Yo también quiero! – dijo mi madre.
Sentí como sus manos volvían mi cabeza y sus labios empezaron a jugar con los míos hasta que nuestras lenguas se fundían en un incestuoso beso. Maite me besaba y mordisqueaba por el cuello y la espalda produciéndome escalofríos de placer. Empecé a desabrochar la camisa de mi madre hasta que no quedó ningún obstáculo que impidiera que cayera al suelo por su espalda.
Aparecieron ante mí sus dos hermosos pechos recogidos por un sujetador a juego con las preciosas bragas que llevaba. Por el encaje podía adivinar los oscuros pezones con grandes aureolas, estaban erectos por la excitación y se marcaban en la tela. Entonces ella se quitó aquella maravillosa prenda y dejó libre dos redondas y maravillosas tetas que de inmediato comencé a besar.
-¡Así cariño, sigue dándole placer a tu mamá! – me animaba Maite a medida que se iba excitando ella.
Mi madre no decía nada, se limitaba a lanzar gruñidos y leves gemidos por el placer. Con las dos manos busqué el filo de sus bragas y se las bajé hasta que quedaron en el suelo. Ya estaba totalmente desnuda, como yo. Entonces le indiqué que se tumbara en la cama.
-Maite, quiero lamerle el coño a mi madre, ayúdame. – le dije a mi vecina y profesora.
-Mejor que decírtelo será que lo veas hacer… - Me dijo y empezó a abrir las piernas de mi madre. - ¿Te importa si te lo hago yo para que lo vea Eduardo? – Le preguntó a su compañera.
-No… - Dijo mi madre un poco dubitativa, pero aceptó.
Entonces Maite se colocó al lado de la otra y me pidió que me pusiera frente al peludo sexo de mi madre. Con dos dedos separó los labios y apareció el rosado interior de la vagina. Estaba mojada por la excitación y Maite se inclinó desde su vientre para empezar a acariciar con su lengua el interior de mi madre. Yo las miraba. Los gemidos de mi madre se hicieron más intensos al sentir cómo la lengua de su amiga pasaba por toda su raja, cómo se entretenía en jugar con su clítoris para darle más placer.
Entonces se dejó de lamer y mantuvo el coño abierto con las manos, me miró y entendí que ahora era mi turno. Entonces me incliné sobre mi madre. De inmediato me invadió el aroma de los flujos que salían de la húmeda y caliente cueva que tenía mi madre entre las piernas. Saqué mi lengua y sentí el sabor ácido de su coño.
-¡Bien cariño! – Me animaba Maite. – ¡Acaríciala con tu lengua suavemente!
Pasaba mi lengua por toda su raja de arriba abajo. Sentía como los flujos de su vagina mojaban toda mi boca y encontré su abultado clítoris. Empecé a jugar con él y mi madre se retorcía y se convulsionaba cada vez más dando gritos de placer.
-¡Chupa su clítoris como si fuera un pezón! – Me indicó mi maestra y así lo hice.
Aquello le provocó un gran placer a mi madre y sus convulsiones se convirtieron en saltos de placer. Maite soltó los labios y se dedicó a lamer los pechos de su amiga mientras empezaba a correrse al sentirme en su coño. Se tensó y sentí como gran cantidad de sus flujos salían y me mojaban aún más. Sentí la mano de ella que me empujaba la cabeza.
-¡Ya, para! – Me decía entre gemidos y suspiros. – ¡No sigas con la lengua! ¡Dame tu polla!
Aquellas palabras que salieron de la boca de mi madre me excitaron y rápidamente me coloqué entre las piernas de ella. Dejé caer mi cuerpo contra el suyo. Era maravilloso sentir su calor, la suavidad de su piel… me movía sobre ella y mi pene no acertaba a introducirse en su raja. Ella gimoteaba al pasar mi glande sobre su clítoris. Entonces sentí la mano de mi vecina que me paraba el culo, agarró mi pene con una mano y la dirigió al interior de mi madre. Nunca había sentido hasta ese día el abrumador calor de la vagina de una mujer.
Me sentía como en un sueño, mi pene penetraba a mi madre poco a poco y ella gemía de placer. Empujé hasta que mis huevos tocaron su coño. Entonces empecé a penetrarla rítmicamente y cada vez más rápido.
-¡Dame más! – Me animaba. - ¡Más rápido cariño!
Yo obedecía a mi madre en todo y sentía un gran placer. Quería correrme. Miré la cara de mi madre que mostraba todo el placer que sentía al tener mi pene en su interior, sus gritos se convirtieron en gemidos profundos cuando le llegó un nuevo orgasmos y clavó sus uñas en mi espalda. Aceleré más y sentía que quería estallar dentro de ella.
-¡No puedo más! – Le dije.
-¡Vacíate dentro de mí! – Fue lo único que dijo mi madre.
Aceleré dispuesto a llenar toda su vagina con mi semen y entonces sentí como Maite me separaba los cachetes del culo y su lengua lamía mi ano. Aquello fue una sensación extrema. No aguanté más. La penetré profundamente y salió el primer chorro de semen que la inundó, con cada rápido empujón que daba, mezcla de convulsión y movimiento voluntario descargaba más semen en mi madre. Maite no paraba de lamerme el culo y me estaban volviendo loco.
Cuando no pude más, una vez había eyaculado, me quedé sobre mi madre y le di besos en su hermosa boca. No le saqué el pene, lo dejé dentro para que fuera menguando dentro de ella. Maite se acostó junto a nosotros y nos miraba.
-¡Vaya cómo habéis follado! ¡Espero que a mí me des lo mismo!
La besé en la boca a ella también y después nuestras tres bocas se juntaron para dar un gran beso en el que nuestras lenguas jugaron libremente de una boca a otra. Nunca pensé que mi madre fuera capaz de tener alguna relación lésbica, pero esa noche todo estaba permitido y aquello me gustaba y me excitaba.
Me levanté de mi madre y saqué mi pene fláccido de su interior, me tumbé en medio de las dos y descansamos un buen rato. Las dos me abrazaban. Era delicioso tenerlas de tal manera. Los tres estábamos desnudos. Pasado unos minutos, mi madre y luego yo fuimos al servicio. Yo aproveché para limpiar mi recién estrenado pene para prepararlo para la siguiente ocasión. Llegué de vuelta a la habitación y allí estaban mis dos maduras amantes, una junto a la otra, hablando boca arriba.
Me subí en la cama y me coloqué de rodillas delante de ellas. Me paré a contemplarlas. Maite, con su fino cuerpo y su depilado coño, tenía los brazos en la cabeza, de forma que sus pechos quedaban apuntando hacia arriba, firmes y turgentes. Mi madre estaba al lado, su coño no estaba depilado ni siquiera un poco, de forma que su raja estaba cubierta por una abundante mata de pelo. Estaba algo más rellenita que su vecina y sus pechos caían a ambos lados de su cuerpo por acción de la gravedad ya que eran mucho más grandes que los de la otra.
Cogí las piernas de Maite, las doble y las abrí de forma que su raja quedaba totalmente expuesta a mi vista. Pasé la mano sobre ella y noté que tenía un clítoris exageradamente grande. Separé los labios y pude verlo. Era como tres veces más grande que el de mi madre.
-Voy a comértelo para que me digas si he aprendido bien. – le dije.
-Todo tuyo. – Me contestó.
Me incliné sobre ella y me coloqué entre sus piernas. Metí mi lengua entre los labios y la empecé a acariciar.
-¡Qué buen alumno eres! ¡Qué bien has aprendido! – me decía.
Después de un rato pasando mi lengua por toda su raja me paré en aquel enorme clítoris y lo chupé como antes le hice a mi madre. Entonces cambió. Parecía que se había vuelto loca. Se agitaba y gritaba como si estuviera poseída. Un momento después me paró y me hizo retirar de su coño. Nunca había visto lo que hizo a continuación. Empezó a frotar su clítoris con la mano y al momento empezó a correrse lanzando chorros de orín y gran cantidad de flujos. Aquello era gritar de placer. Mi madre y yo la mirábamos sin saber bien que hacer.
-¡Dios, túmbate que me quiero meter tu polla! – Me ordenó y obedecí al momento.
Rápidamente abrió las piernas y se montó sobre mí, agarrando mi pene y sentándose sobre él de golpe para que le entrara hasta lo más profundo. Mis genitales se mojaron con sus líquidos al momento y mi pene entraba en su maduro coño sin problema. Cabalgaba sobre mí. Yo estaba excitado, pero no tenía ganas de correrme, lo que quería era ver como disfrutaba Maite de mi polla. No tenía mucha experiencia en follar a mujeres, pero me dio la impresión que se corría una y otra vez.
Mi madre nos miraba recostada junto a nosotros. Se afanaba en darse placer con la mano y me besaba en la boca mientras su amiga no paraba de chillar y correrse. De vez en cuando me ponía una teta sobre la boca para que la chupara.
-Ponme el coño sobre la boca. – le pedí.
No dijo nada, abrió sus piernas y colocó su raja a la altura de mi boca dándole la espalda a la otra, separó los pelos y los labios de su coño y mi lengua empezó a trabajar. Era delicioso oler el sexo de mi madre, escuchar como aquellas mujeres disfrutaban de mi cuerpo y sentir como mi pene se hundía hasta lo más hondo de Maite. Ya me había corrido dos veces y podía aguantar las embestidas de mi vecina sin correrme.
No sé cuanto tiempo pasó hasta que Maite se bajó de mí exhausta por los múltiples orgasmos que había sentido. Entonces mi madre me retiró el coño de la boca y se sentó sobre mi polla. Movía su culo y mi pene entraba y salía de ella. Se inclinó hacia delante y me ofreció sus tetas para que las chupara. Sentía como penetraba a mi madre y ella gimoteaba. Entonces su expresión cambió cuando empezó a sentir un nuevo orgasmo. Solté sus tetas y agarré su culo con ambas manos. Lo paré y me moví para penetrarla rápidamente. Sus ojos se pusieron en blanco al sentir el orgasmo. No emitía ningún sonido, permanecía con la boca entreabierta por el placer y perdió las fuerzas. La agarré con una mano por la nuca y llevé su boca hasta la mía para darle un profundo beso mientras la seguía penetrando algo más suave.
-¡No puedo más! – Me dijo agotada. - ¡Déjame descansar!
Se sacó mi pene y se acostó a un lado para descansar. Maite vio que estaba libre y se colocó en el filo de la cama a cuatro patas ofreciéndome su culo para que la follara.
-¡Vamos semental, mi culo te espera! – Me dijo insinuante.
Me levanté y me coloqué detrás de ella. Agarré mi polla con una mano y la llevé a la entrada de su vagina. La agarré por las caderas y empecé a follarla. Ahora la embestía sin miramiento, con mucha fuerza y con toda la velocidad que me permitían las fuerzas que me quedaban. No tardó mucho en empezar de nuevo a tener otra serie de orgasmo. Sus gemidos eran continuos, no paraba de gemir. Después de un buen rato de penetrarla, yo estaba sudoroso por el esfuerzo que estaba haciendo al follar a Maite y empecé a sentir ganas de correrme.
-¡Ya me voy a correr! – Le dije.
-¡Hazlo cabrón, me vas a matar! – Fue la única respuesta de ella.
Entonces intenté darle más fuerte y empecé a sentir que mi semen comenzaba a salir. En el momento en que ella sintió mi semen tuvo el último orgasmo, brutal y extremo. Levantó un poco una se sus piernas y mientras yo la penetraba profundamente para descargar todo mi semen, ella volvía a correrse con chorros de orín y una gran cantidad de flujos.
Nos temblaban las piernas por el placer. Le saqué mi polla y me tumbe en cualquier lado de la cama. Ella cayó sin fuerzas y mi madre nos miraba. Los tres estábamos agotados. Yo me había corrido tres veces aquella noche, mi madre otras tantas y de la multiorgásmisca de Maite perdimos la cuenta.
-Raquel, cada vez que quieras enseñar a tu hijo, avísame.
-Eso te crees tú, lo que he descubierto esta noche será sólo para mí, tú consuélate con el frutero, éste me va a estar follando cada vez que estemos solos.
Aquella noche, después de cambiar las sábanas pues Maite las había mojado con sus orgasmos, dormimos los tres juntos. Descubrí que prefería a mi madre como amante más que a Maite. Desde entonces hicimos muchas cosas juntos. En casa cuando estábamos solos, en las vacaciones dentro del agua del mar… en multitud de sitios. La verdad es que lo pasamos estupendamente y cuando más nos excitábamos era cuando existía la posibilidad de que nos pillaran, era cuando más nos gustaba hacerlo. Respecto a Maite volvimos varias veces a repetir con ella alguna pequeña orgía, incluso un día se trajo a un amante suyo para que mi madre disfrutara de él, pero entre mamá y yo se dio una relación incestuosa de amor que cada vez era más fuerte. Al año Maite se mudó para vivir con un novio que había conocido y no supimos más de ella

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también siempre quise cojerme a mi mama pero nunca me anime la mire desnuda varias veses tenia un culo muy rico y la mire cojiendo con diferentes personas

Todo asombroso